Un taxista le decía a un pasajero:
-Hay dos clases de pasajeros. Una es la del que me ordena: ¡Lléveme a la estación de autobuses!" A ése no le dirijo la palabra. La otra es del que dice: "Por favor, lléveme a la estación de autobuses". Y con ése ya sé que se puede hablar. Es curioso que tan sólo dos palabras nos basten para distinguir entre un tío pesado y un hombre simpático.
-Hay dos clases de pasajeros. Una es la del que me ordena: ¡Lléveme a la estación de autobuses!" A ése no le dirijo la palabra. La otra es del que dice: "Por favor, lléveme a la estación de autobuses". Y con ése ya sé que se puede hablar. Es curioso que tan sólo dos palabras nos basten para distinguir entre un tío pesado y un hombre simpático.