Quiero que estemos junto al
mar bravío,
en el hermoso
campo que divierte,
donde el dolor, que suele dar la muerte,
huya y se aleje ante mi empuje y brío.
Tu bello rostro sobre el pecho mío;
que tu sensible corazón despierte,
y ya te pueda hablar y logre verte
como a la dulce náyade ve el
río.