"Emergían del piso de madera, relataba mi vecina con cara de susto, eran androídes con ojos de tirabuzón, y exhalaban un humo verdoso. Corrí hasta la cocina, y allí volví a verlos saliendo del congelador. Al mismo tiempo, una pandilla de maleantes con chaquetas negras y cuchillos en mano irrumpió saltando desde las ventanas. No pude menos que pensar, decía: "Esto es una pesadilla, y tengo que despertar"...