¡Ah!, si supiéramos saborear cada día, en el momento mismo de vivirlo en vez de descubrir sus alegrías a la melancólica luz de la memoria...
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Si aprendiéramos a no prestar atención a las pequeñas molestias, a las preocupaciones gratuitas, a los temores que se oponen al goce de un instante fugaz...
Si aprendiéramos a no prestar atención a las pequeñas molestias, a las preocupaciones gratuitas, a los temores que se oponen al goce de un instante fugaz...