ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: ......

Voraces, astutas, tenaces, vehículos de gran número de enfermedades, estos animales constituyen un verdadero azote para el hombre y son LAS RATAS...

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Dos ratas atraviesan el gallinero en dirección al lugar donde se encuentra la gallina "llueca". Una de ellas, vuelta boca arriba, sujeta contra su pecho, sosteniéndolo con las patas delanteras, un huevo que acaba de coger del nidal. La otra rata la agarra por la cola, tira de ella y la arrastra hasta su ratonera...

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Una vez allí, ambas no tardan en engullir el huevo robado. Escenas como esta, aunque es posible que en la anterior haya habido más mito que realidad, se han venido repitiendo, con ligeras variantes, desde el siglo "Catapún" hasta nuestros días...

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Con la sola excepción del hombre, la rata es probablemente el más listo, el más destructor y el más adaptable de cuantos animales pueblan la tierra...

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Desde las heladas regiones polares a los abrasadores desiertos, este animal, dotado por la naturaleza de un extraordinario instinto de conservación, no sólo es capaz de sobrevivir al hombre, sino que le amenaza con la extinción...

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La pérdida de vidas humanas ocasionadas por enfermedades transmitidas por las ratas sobrepasa la causada por cuantas guerras registra la historia...

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La mayoría de las 500 o más especies de ratas existentes habita en lugares alejados de la civilización: montes, campos o selvas. Hace siglos algunas especies de estos roedores tomaron la histórica, aunque fatal determinación de unir su suerte a la del hombre...

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Desde entonces le siguen donde quiera que que él va; se alimentan de lo que él se alimenta; adaptadas a su forma de vivir, las ratas se han vuelto aún más domésticas que el caballo o la vaca...

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En la Edad Media, Europa fue invadida por las ratas negras o ratas de los techos (Rattus rattus). Sobrevino después, según la leyenda, la invasión de otra especie de estos roedores: la rata parda...

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Originarias de Oriente, estas ratas aparecieron en Europa en 1727, cruzaron el Volga y se esparcieron por todo el continente. No tardaron en llegar a Inglaterra, donde, se ignora con qué fundamento, recibieron el nombre de Rattus norvegicus, Rata de Noruega...

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Ambas especies, la rata negra y la rata parda o gris, llegaron a Norteamérica por barco. El arribo de la rata parda ocurrió en 1775. Tiene esta última el cuerpo robusto, las orejas pequeñas, la cola gruesa y de largo menor que el del cuerpo...

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El macho de esta especie llega a pesar cerca de medio kilo y a medir más de veinte centímetros, excluida la cola. La rta negra o rata de los techos es de cuerpo más endeble, orejas grandes y cola larga y delgada. Su peso rara vez sobrepasa los 350 gramos...

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Debido a la ferocidad con que fue perseguida por la rata parda, más corpulneta y vigorosa, la otra especie limitó progresivamente su campo de acción, que hoy se halla reducido, en su mayoría, a puertos y lugares de clima templado...

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A diferencia de la rata negra, extraordinariamente ágil para trepar por alambres y cables hasta los pisos altos de las casas, la rata parda, que es cavadora, abre agujeros de cuatro centímetros cuadrados, por los que se introduce sin dificultad, o es capaz de recorrer a nado un kilómetro de alcantarilla para penetrar por las cañerías en el interior de los edificios...

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La rata, animal sociable, suele vivir en colonias. Aunque por experimentos realizados en laboratorios se ha podido comprobar que si un macho es introducido en una colonia extraña resulta atacado; las ratas no suelen pelear en el sentido humano de la palabra...

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Después de unos cuantos "rounds" de tanteo, de breves segundos de duración, el jefe de la colonia, tras arquear el lomo, da un salto hacia el intruso con rápidos movimientos de las extremidades anteriores, tocándolo sólo ocasionamente...

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Al concluir la pugna, el atacado, que nunca repele la agresión, queda tumbado en la tierra, lacios los miembros, entrecortada la respiración y, generalmente no mucho tiempo después (bien unas horas o unos días más tarde), muere...
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
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Los investigadores de esta faceta de la vida de las ratas no dejan de sentir cierta perplejidad al comprobar que en el cadáver no se encuentra causa aparente de muerte, toda vez que no hay en él herida, hemorragia interna o lesión alguna a la que pueda atribuírsele...