ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: ......

LA ROPA DE LOS LIRIOS.

Historia de un holandés que dió nuevos colores y nueva gracia a una antigua belleza.

Hacía muchos años que en las nevada cima del monte Hood sólo quedaba el recuerdo del famoso y hoy extinto volván allí existente. Pero cada verano había en la falda de ese monte una formidable explosión, no de materias volcánicas, sino de la multicolor belleza que muestran millones de lirios al florecer...

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El dueño y cultivador de esas plantas era Jan de Graaff, el holandés "loco por los lirios", que en los últimos treinta años había obtenido en su finca de cincuenta hectáreas diversas variedades que prestaban gran novedad, tanto de forma como de matices, a una flor tan de antiguo conocida...

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Estamos en el año 1966 y los primeros ensayos de hibridación que llevó a cabo dieron como resultado unos lirios de rígido tallo mezquino y flores blancas, matizadas de amarillo anaranjado o rojo sucio, que únicamente brotaban un solo mes cada verano...

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Después, y debido en gran parte a De Graaff, aquellas plantas aparecieron airosas y multicolores, y florecen desde finales de primavera hasta el mes de octubre...

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Cuando en 1934 le dio lo que él mismo llamó "la chifladura por los lirios", Jan de Graaff era ya el primero de los floricultores especializados en Narcisos de todos los Estados Unidos...

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Durante diez generaciones, sus antepasados se habían dedicado en Holanda a la industria de flores provenientes de bulbos: tulipanes, narcisos, iris, jacintos, amarilis,; pero jamás se les ocurrió incluir entre esas plantas de adorno a los lirios...

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El primer cometido que le tocó desempeñar a Jan al ingresar en el negocio familiar fue el trasladarse a Oregón y hacer lo que estuviera en su mano para salvar de la ruina una plantación de narcisos y tulipanes que con dinero facilitado por los DE Graaff había emprendido un grupo de profesores universitarios...

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Una vez sobre el terreno, le pareció que el único mado de salvar la plantación era comprarla y mecanizar su cultivo, y así lo hizo...

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Aunque los resultados fueron bastantes satisfactorios, jan no se sentía totalmente conforme. La plantación prosperaba, pero además de esto él hubiera querido que, siguiendo la tradición de los De Graff, se realizasen experimentos para mejorar la calidad de los bulbos...

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Las liliáceas parecían invitarle insistentemente a intentarlo. Por espacio de de doscientos años, cuanto hicieron los floricultores a fin de aclimatar para el cultivo de jardín las ochenta especies de liliáceas naturales del hemisferio norte fue casi siempre infructuoso...

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Sólo en casos muy contados, la azucena atigrada y otras pocas liliáceas más, dieron resultado...

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Jan de Graaff resolvió ensayar el procedimiento, relativamente nuevo, de la hibridación. En vez de limitarlo, como habían hecho anteriormente otros floricultores, aunos pocos tipos de liliáceas, reuniría en una gigantesca "fusión" todas las especies de ellas que pudiese conseguir...

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El siguiente paso sería valerse de la polinización cruzada para ver qué flores daban los híbridos resultantes de un mestizaje en gran escala...

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William N. Craig, uno de los principales exerimentadores en hibridación, le prestó una considerable ayuda en los comienzos de esta empresa, compartiendo con él muchas liliáceas de su colección...

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En el criadero de Arnold, perteneciente a la Universidad de Harvard, De Graaff pudo elegir bulbos y semillas de variedades exóticas originarias del interior de China...

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Un francés, asiduo criador de liliáceas, le proporcionó ejemplares selectos de las que se crían en la región mediterránea...

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Del Kew Garden inglés le enviaron semillas difíciles de conseguir, y de cerca de Oregón, en el vecino Estado de Washington, De Graaff consiguió varios especímenes de primera calidad en la estación experimental que allí posee el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos...

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El cultivo de las liliáceas le estaba resultando una chifladura demasiado costosa, tanto en dinero como en tiempo. Llegó a pagar tres mil dólares por el bulbo de una especie rara de esas plantas...

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Un día el cartero le entregó un paquete enviado contra reembolso de 160 dólares, que contenía bulbos de clase no especificada por el remitente...

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Al abrirlo encontró una docena de ellos bastante maltratados a causa de la excesiva duración del viaje. Los remitía un coleccionista que había encontrado en un escondido valle del Tibet, más allá de las líneas fronterizas de los comunistas, una nueva especie de liliáceas...

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En terrenos de una granja cercana De Graaff descubrió lirios de una especie que, importada desde hacía años, estaba ahora aclimatada en aquella tierra de Oregón...

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En vez de aceptar, como hubiesen hecho la mayoría de los floricultores, el cambio de bulbos de lirios por narcisos, la esposa del granjero se acreditó como una sagaz comerciante al pedir quinientos dólares por una docena de dichos bulbos...

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Al cabo de tres años Jan de Graaff estuvo por fin equipado para comenzar en gran escala la empresa de la polinización cruzada obtenida artificialmente...

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La primera operación consistía en abrir a mano, cuando aún se hallaba en estado de botón, la flor que había de polinizarse, a la cual se le cortaban las seis antenas portadoras del polen...

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En seguida, utilizando un pincelito o una pequeña escobilla, se esparce en el estigma el polen de la liliácea macho que se haya elegido para el cruce...

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Una vez hecho esto, se cubre el estigma con una caperuza de aluminio, a fin de evitar que el polen de otras planats, al ser transportado por la fuerza del viento, intervenga en la fecundación...

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De Graaff y sus ayudantes practicaron aquel verano tan delicada intervención de floricultura quirúrgica nada menos que en veinticinco mil liliáceas...

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Pero esto sólo era el principio. A fines del verano, estando ya en sazón los bulbos de las liliáceas artifiacialmente polinizadas, se recogieron para guardar por separado los correspondientes a cada clase de hibridación....

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Al año siguiente los plantaron en sendas almácigas convenientemente marcadas para distinguirlas unas de otras. La primera cosecha de híbridas dio miles de plantas diminutas que escasamente medían de cinco a diez centímetros de altura...
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
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En la primavera siguienete, los bulbos de estas plantas se trasplantaron en campo abierto. Como era necesario que transcurrieran de tres años a cinco años antes de que los bulbos cultivados así fuesen lo bastante robustos para la floración, lo único que podía hacer Jan de Graaff era vivir contando los días que faltaban para que fuesen visibles los resultados de sus gran experimento...