No es fácil para las mujeres, desde luego, convivir con la combinación de las virtudes, las debilidades, la arrogancia y las vacilaciones de nuestros maridos. Alardearán, se quejarán, nos recriminarán, y nos ensalzarán en rápida sucesión; tratarán de impresionarnos con su arrojo, reclamará nuestra atención...