No es fácil para las mujeres, desde luego, convivir con la combinación de las virtudes, las debilidades, la arrogancia y las vacilaciones de nuestros maridos. Alardearán, se quejarán, nos recriminarán, y nos ensalzarán en rápida sucesión; tratarán de impresionarnos con su arrojo, reclamará nuestra atención...
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Hay veces en que las mujeres nos preguntamos si somos capaces de llegar a hacer felices a nuestros maridos, y otras en que dudaremos si merece la pena hacer el esfuerzo para lograrlo...
Hay veces en que las mujeres nos preguntamos si somos capaces de llegar a hacer felices a nuestros maridos, y otras en que dudaremos si merece la pena hacer el esfuerzo para lograrlo...
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El lunes, las mujeres nos convencemos de que los maridos nos quieren sólo como amantes; el martes pensamos que nos quieren como madres; el miércoles que nos aman; el jueves, que nos aborrecen; el viernes estaremos seguras de que ni siquiera saben que existimos; y el sábado sentimos ganas de gritar si nos nos dejan solas unos momentos.
Y cualquiera de estas cosas que pensamos, será cierta en uno u otro instante.
El lunes, las mujeres nos convencemos de que los maridos nos quieren sólo como amantes; el martes pensamos que nos quieren como madres; el miércoles que nos aman; el jueves, que nos aborrecen; el viernes estaremos seguras de que ni siquiera saben que existimos; y el sábado sentimos ganas de gritar si nos nos dejan solas unos momentos.
Y cualquiera de estas cosas que pensamos, será cierta en uno u otro instante.
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En cuanto al aspecto sensual del matrimonio, podríamos empezar por definir a nuestros maridos como individuos a quienes no les disgusta ver en una reunión a mujeres (siempre que no sea la suya propia) con escotes exagerados. Consideran inofensivas sus propias miradillas, pero quieren protegernos, a nosotras, sus esposas, de esos bergantes sin escrúpulos que son sus amigos.
En cuanto al aspecto sensual del matrimonio, podríamos empezar por definir a nuestros maridos como individuos a quienes no les disgusta ver en una reunión a mujeres (siempre que no sea la suya propia) con escotes exagerados. Consideran inofensivas sus propias miradillas, pero quieren protegernos, a nosotras, sus esposas, de esos bergantes sin escrúpulos que son sus amigos.
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Hay infinidad de mujeres que creen que si no demuestran continuamente lo atractivas que resulatn para otros hombres, sus maridos se sentirán seguros de ellas y no les harán caso...
Hay infinidad de mujeres que creen que si no demuestran continuamente lo atractivas que resulatn para otros hombres, sus maridos se sentirán seguros de ellas y no les harán caso...
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Mi consejo, amigas mías, es que hagáis cuanto esté en vuetsra mano por que vuestros maridos puedan sentirse seguros de vosotras...
Mi consejo, amigas mías, es que hagáis cuanto esté en vuetsra mano por que vuestros maridos puedan sentirse seguros de vosotras...