... ¿Ves CHARO cómo sí habíamos escrito sobre la Matazón? Quizá no tan bien como hubiésemos querido, pero bueno, ya nos conformamos... ¡Y no lloramos! Jajajajajaaaa
Milagros
Fecha: 02/12/2008
Hora: 19:50
Mensaje / responder
Marcar como ofensivo
Hola Rosina, vamos a continuar un poco más con la matanza.
Cuando yo era pequeña, creo que no se daba tiempo a que pasase el veterinario para llevarse algunos trozos de algunas partes del cerdo para comer algo antes de haberla analizado, pues el rabo y la carne del "somarro" se comía mientras se descuertizaba el cerdo.
Aclarado esto diré que algunas mujeres lavaban las tripas encima de una mesa en el corral, calle o patio. Como no había agua corriente la sacaban de las tinajas que antes de la matanza habían llenado hasta arriba, y la habían calentado previamente, claro. (si se necesitaba más los chicos eran los encargados de ir a buscar "una carga". Si el corral era plano se ponían dos piedras en las patas de atrás de la mesa con tal de que hiciese pendiente y el agua y lo demás se deslizase mejor. En el suelo, por donde caía el agua y restos de suciedad se ponían aleagas para que esta cayese encima y no se viese todo tan sucio y después poder quemarlo. Ni que decir tiene que en la limpieza de las tripas las mujeres eran muy escrupulosas y cuando ya estaban muy limpias se hacía "el gilimoje" (me parece que con vinagre o limón, no estoy segura) para que todo posible mal olor desapareciese. Mientras tanto otras mujeres se cuidaban del almuerzo- comida. Después de haber comido las gachas y las "chichas" ya se comenzaba a preparar todo para hacer las morcillas y dejar en adobo la carne de los chorizos. También se había puesto ya la olla con judías blancas y una cabeza de ajos junto con otros ingredientes para la cena de la noche.
Mientras los hombres cortaban la carne en trozos que cupiesen en la maquina picadora las mujeres habían mezclado ya la sangre con la cebolla y sal (en Alconchel no era muy habitual usar arroz, piñones, calabaza etc) y hacían las morcillas utilizando una cuchara y un embudo para las tripas gordas, y la máquina de los chorizos para hacer morcillas más finas. Otra mujer o dos las iban atando y colocándolas en una caldera de cobre. Tal como las iban colocando las iban pinchando con una rama de aleaga para que al hervir no se rompiesen. La caldera la ponían en el fuego de la lumbre enganchada de unas llares o sobre unas trébedes grandes.
Cuando las morcillas estaban hervidas se colocaban enrrolladas en un palo o sobre una cuerda y se colgaban en la chimenea para que quedasen "ahumadas" o se secaban como los chorizos (dependía del gusto)
Una vez cortada la carne por los hombres, las mujeres picaban la carne de los chorizos con la máquina, la adobaban en un lebrillo con pimentón, sal, ajo, y creo que llevaban algo de orégano; lo mezclaban bién y lo dejaban hasta el día siguiente que ya habría cogido la carne buen sabor. Tanto el adobo de los chorizos como las morcillas se probaban antes de sal (eso es lo que me daba más reparo a mí) También se solía adobar algo de costillas que luego guardaban en un búcaro.
Después se salaban los perniles que se iban a secar, y se ponían en un lugar fresco y seco puestos uno contra otro y con una piedra o peso encima; también se hacía esto con los brazuelos. Se salaban también los blancos (panceta) y se hacía "el morcón" y se colgaba en la chimenea.
Al día siguiente se hacían los chorizos, se ataban, y se enrrollaban en un palo que había estado guardado todo el año en la cámara para este fín.
El palo de chorizos se colgaba en el techo de la cocina-comedor (entonces casi todas las casas eran así) y ahí estaban, adornando y secándosen hasta que estaban "para freir".
También ese día o un día después, se llevaba "el presente" que consistía en unas morcillas, un trozo de hígado, un hueso de espinazo, un poco de tocino, y un poco de magro a algún familiar mayor (en mi caso era una tía de mi padre, la hermana Leandra de Cayo a quién yo se lo llevaba) y a algun tío o tía mía.
La noche que se freían los chorizos era otra "fiesta" más. Se invitana a los vecinos, familiares y amigos, se freían en una sartén grande y todos a comer chorizos y arroz con pollo de corral. Luego venían los juegos de los chicos por la calle que con el frío que hacía y las calles embarradas y duras por los hielos que caían, si tropezabas y caías se te quedaba las rodillas "ensollejás". ¡Pero que bien lo pasábamos! Casi ni dolía..
Los hombres jugaban a la brisca o explicaban sus cosas y las mujeres fregaban y recogian uniéndose después al grupo de hombres.
Y hasta aquí he llegado Rosina. Los chorizos se guardaban en búcaros y se cubrían con el aceite de freir y luego se iban sacando y estaban igual de buenos, tanto fríos como calientes. Y ya lo dejo que la boca se me está haciendo agua y tengo los jugos gástricos REVOLUCIONAOS.
Un beso para todos y que vaya bien el frío. Milagros"
Milagros
Fecha: 02/12/2008
Hora: 19:50
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Hola Rosina, vamos a continuar un poco más con la matanza.
Cuando yo era pequeña, creo que no se daba tiempo a que pasase el veterinario para llevarse algunos trozos de algunas partes del cerdo para comer algo antes de haberla analizado, pues el rabo y la carne del "somarro" se comía mientras se descuertizaba el cerdo.
Aclarado esto diré que algunas mujeres lavaban las tripas encima de una mesa en el corral, calle o patio. Como no había agua corriente la sacaban de las tinajas que antes de la matanza habían llenado hasta arriba, y la habían calentado previamente, claro. (si se necesitaba más los chicos eran los encargados de ir a buscar "una carga". Si el corral era plano se ponían dos piedras en las patas de atrás de la mesa con tal de que hiciese pendiente y el agua y lo demás se deslizase mejor. En el suelo, por donde caía el agua y restos de suciedad se ponían aleagas para que esta cayese encima y no se viese todo tan sucio y después poder quemarlo. Ni que decir tiene que en la limpieza de las tripas las mujeres eran muy escrupulosas y cuando ya estaban muy limpias se hacía "el gilimoje" (me parece que con vinagre o limón, no estoy segura) para que todo posible mal olor desapareciese. Mientras tanto otras mujeres se cuidaban del almuerzo- comida. Después de haber comido las gachas y las "chichas" ya se comenzaba a preparar todo para hacer las morcillas y dejar en adobo la carne de los chorizos. También se había puesto ya la olla con judías blancas y una cabeza de ajos junto con otros ingredientes para la cena de la noche.
Mientras los hombres cortaban la carne en trozos que cupiesen en la maquina picadora las mujeres habían mezclado ya la sangre con la cebolla y sal (en Alconchel no era muy habitual usar arroz, piñones, calabaza etc) y hacían las morcillas utilizando una cuchara y un embudo para las tripas gordas, y la máquina de los chorizos para hacer morcillas más finas. Otra mujer o dos las iban atando y colocándolas en una caldera de cobre. Tal como las iban colocando las iban pinchando con una rama de aleaga para que al hervir no se rompiesen. La caldera la ponían en el fuego de la lumbre enganchada de unas llares o sobre unas trébedes grandes.
Cuando las morcillas estaban hervidas se colocaban enrrolladas en un palo o sobre una cuerda y se colgaban en la chimenea para que quedasen "ahumadas" o se secaban como los chorizos (dependía del gusto)
Una vez cortada la carne por los hombres, las mujeres picaban la carne de los chorizos con la máquina, la adobaban en un lebrillo con pimentón, sal, ajo, y creo que llevaban algo de orégano; lo mezclaban bién y lo dejaban hasta el día siguiente que ya habría cogido la carne buen sabor. Tanto el adobo de los chorizos como las morcillas se probaban antes de sal (eso es lo que me daba más reparo a mí) También se solía adobar algo de costillas que luego guardaban en un búcaro.
Después se salaban los perniles que se iban a secar, y se ponían en un lugar fresco y seco puestos uno contra otro y con una piedra o peso encima; también se hacía esto con los brazuelos. Se salaban también los blancos (panceta) y se hacía "el morcón" y se colgaba en la chimenea.
Al día siguiente se hacían los chorizos, se ataban, y se enrrollaban en un palo que había estado guardado todo el año en la cámara para este fín.
El palo de chorizos se colgaba en el techo de la cocina-comedor (entonces casi todas las casas eran así) y ahí estaban, adornando y secándosen hasta que estaban "para freir".
También ese día o un día después, se llevaba "el presente" que consistía en unas morcillas, un trozo de hígado, un hueso de espinazo, un poco de tocino, y un poco de magro a algún familiar mayor (en mi caso era una tía de mi padre, la hermana Leandra de Cayo a quién yo se lo llevaba) y a algun tío o tía mía.
La noche que se freían los chorizos era otra "fiesta" más. Se invitana a los vecinos, familiares y amigos, se freían en una sartén grande y todos a comer chorizos y arroz con pollo de corral. Luego venían los juegos de los chicos por la calle que con el frío que hacía y las calles embarradas y duras por los hielos que caían, si tropezabas y caías se te quedaba las rodillas "ensollejás". ¡Pero que bien lo pasábamos! Casi ni dolía..
Los hombres jugaban a la brisca o explicaban sus cosas y las mujeres fregaban y recogian uniéndose después al grupo de hombres.
Y hasta aquí he llegado Rosina. Los chorizos se guardaban en búcaros y se cubrían con el aceite de freir y luego se iban sacando y estaban igual de buenos, tanto fríos como calientes. Y ya lo dejo que la boca se me está haciendo agua y tengo los jugos gástricos REVOLUCIONAOS.
Un beso para todos y que vaya bien el frío. Milagros"