En la época de matanzas se podían escuchar historietas o cuentos como este que oí una vez a una persona mayor, y que para aquella época resulta un poco subido de tono...
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Según explicaba aquel hombre (su nombre lo omito), uno de Villar de Cañas tuvo que ir a Madrid un verano para arreglar uns asuntos, y tomó una habitación en una casa de huéspedes de las del centro. Por aquella época había pocos pupilos en estas casas y sus compañeros se reducían a un Teniente de Caballería y un Empleado de Hacienda, a más de los dueños de la casa, matrimonio ya entrado en años...
Según explicaba aquel hombre (su nombre lo omito), uno de Villar de Cañas tuvo que ir a Madrid un verano para arreglar uns asuntos, y tomó una habitación en una casa de huéspedes de las del centro. Por aquella época había pocos pupilos en estas casas y sus compañeros se reducían a un Teniente de Caballería y un Empleado de Hacienda, a más de los dueños de la casa, matrimonio ya entrado en años...
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Según decía, tenían en la casa una criada montañesa, mujer de unos veintipocos años; alta, morena, de ojos grandes y oscuros, labios rojos, incitantes caderas y pechos tan desarrollados y robustos, que tenían un ligero movimiento cuando andaba...
(Cuando llegó la explicación aquí, yo no pude por menos que pensar en la quincallera o en alguna más de ese estilo, que era que, si no andaban listas ahogaban a sus hijos lactantes entre carnes)
Según decía, tenían en la casa una criada montañesa, mujer de unos veintipocos años; alta, morena, de ojos grandes y oscuros, labios rojos, incitantes caderas y pechos tan desarrollados y robustos, que tenían un ligero movimiento cuando andaba...
(Cuando llegó la explicación aquí, yo no pude por menos que pensar en la quincallera o en alguna más de ese estilo, que era que, si no andaban listas ahogaban a sus hijos lactantes entre carnes)