¡Anda que no me ha costado encontrar la foto de Don Gato! He dado más vueltas que el 29... ¡Pero aquí estoy!... y sólo para decir que, el gran defecto de la mayoría de los gatos y las gatas, es su insufrible aire de superioridad. Los gatos nunca, o casi nunca, han renunciado por completo a la arrogancia que les quedó por haber sido los venerados como dioses por el antiguo Egipto. Yo creo que por eso, tienden a erigirse en críticos y censores de los frágiles y descarriados seres humanos, cuya suerte comparten...