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Durante el último año, la Tierra ha sido testigo de cómo el Sol –nuestra estrella más preciada– ha escupido fieros tentáculos de fuego sin dilación. Día tras día, y desde el
verano de 2011, hemos podido comprobar cómo tales eyecciones de masa coronal (CME) –onda hecha de radiación y viento solar que se desprende del Sol– podrían acarrear consecuencias altamente peligrosas para la humanidad. Incluso la NASA puso en alerta hace unas semanas sobre el tremendo riesgo que correría la población mundial
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