Aún más original es la estrofa de este villancico siguiente en donde se cuenta cómo el Amor (Dios) se enamora de una Azucena (María), aprovechando el poeta para ensalzar el misterio de la perenne virginidad:
"De una cándida Azucena
rendido se enamoró,
y aunque la Flor ha tomado,
se quedó intacta la Flor"
"De una cándida Azucena
rendido se enamoró,
y aunque la Flor ha tomado,
se quedó intacta la Flor"