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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: ......

Aunque esta foto tenga poca cosa que ver con los cactus, con la de PINCHAR, ya es suficiente, ¿no os parece?

¡Resulta tan difícil no quedar prendado, y también prendido, de esta planta extraña y especial! Somos miles de personas las que hemos sentido ya su fascinación y, cada año, varios cientos más vienen a engrosar el número...

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Para algunos "enamorados", verdaderamente coctomaníacos, este clásico símbolo de la hostil desolación del desierto constituye todo un dechado de hermosura y mara villa, una planta digna de ser coleccionada, cultivada y valorada con apasionada dedicación...

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La gran actividad desplegada por los coleccionistas de cactus ha hecho que nazca una floreciente industria: hoy son varias personas que han ganado verdaderas fortunas cultivando la planta en parcelas de terreno árido y hasta entonces improductivo...

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Uno de los primeros cultivadores de cactus fue Gilbert Tegelberg, que en 1921 tenía un modesto negocio avícola en California y empezó a cultivar, en doscientos metros cuadrados de su tierra de secano, variedades comunes y corrientes de cactáceas...

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Allá por el año 1968 la granja de Telgerberg en California, producía seiscientas variedades escogidas de esta planta y de otras suculentas que se venden en todo el mundo (la denominación "suculenta" se aplica a la planta, que es muy carnosa, gruesa y abundante en jugos; todas las cactáceas son suculentas, aunque no todas las suculentas son cactáceas)...

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Charles Fitzpatrick constituye otro claro ejemplo de este próspero negocio. Fitzpatrick tenía 35 años cuando, en 1939, "se hartó de ser viajante de comercio". En un campo de Texas, tan desolado que ni siquiera lo frecuentaban las serpientes de cascabel, recogió algunos de los cactus que allí crecían y los plantó en macetas con el propósito de venderlos...

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Así, en los años 70 el "Cactus Land" de Fitzpatrick, situado en las cercanías de Edimburgo (Texas), enviaba anualmente más de dos millones de cactus a los más diversos lugares del globo, y él didigía su negocio desde una mansión de veintitrés habitaciones...

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¿Qué tienen los cactus y sus congéneres suculentas para despertar tanto entusiasmo?
Por lo pronto despiertan admiración. Pocas son, entre las plantas menos favorecidas por la Naturaleza, las que consiguen sobrevivir en condiciones climatológicas tan adversas como las que sufren las cactáceas, las cuales se desarrollan en lugares en los que la temperatura llega a alcanzar los sesenta grados centígrados en verano, y en invierno desciende a cuarenta grados bajo cero...

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Algunas de estas plantas, se sabe que pueden pasar varios años sin agua. El dueño de un vivero de California contaba lo que le pasó con un ferocactus que dejó olvidado en un rincón de su almacén después de haberlo desarraigado para un trasplante. Lo encontró al cabo de cinco años, tiempo durante el que no recibió cuidado alguno: la planta había comenzado a retoñar...

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La mayoría de las cactaceas son tan resistentes que basta coger un trocito de una y tierarlo al suelo para que crezca.
No es extraño, pues, que, debido a su capacidad para adaptarse a los más distintos medios, sus formas sean más diversas y caprichosas que las de ninguna otra planta...

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Se conocen como dos mil variedades de cáctus. Algunas, como el saguaro o sahuaro, que abunda a millares cerca de Tuesóan (Arizona), llegan a alcanzar las cinco toneladas de peso y los quince metros de altura...

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Otras, como la mamilaria, que debe su nombre a la forma de pezón que tienen sus ramos, no abultan más que un diminuto dedal. Ciertas cactáceas parecen guijarros de color gris parduzco...

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Las llamadas mitra y alfiletero, en cambio, resplandecen como joyas. Las "cabezas de viejo" muestran a la perfección sus luengas y blanacas barbas. La espectacular "reina de la noche", abre sus fragantes flores cuando llega el crepúsculo para cerrarse nuevamente al alba...
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
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Para los cactus la lentitud no importa, y se ven variedades suyas tanto en las tierras de la Patagonia como en las de la región canadiense de Peace River, cercana al Círculo Polar Ártico. Es, sin embargo, en las floristerías y en los catálogos de floricultura donde el coleccionista hace generalmente sus "hallazgos", los cuales bastarán para adornar una rocalla o una jardinera de ventana...