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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: ......

QUINCE AÑOS.

Tenía 15 años y era tan aficionada a las flores que desde muy niña sus mayores anhelos fueron los de poseer un jardín amplio, con invernaderos donde pudieran cultivarse y crecer todas y de todas clases...

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¡Verme rodeada de flores que nos brindan y acarician con sus fragancias!, decia suspirando. Aparte de lo poético que esto le resultaba, había en ello un encanto y una satisfacción inconcebibles. Las plantas son agradecidas, pensaba; parace que lo que han perdido los hombres de esta hermosa facultad, lo han recogido ellas...

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Un rosal premia nuestros cuidados mostrándonos sus flores más bellas, decía; un hombre los premia con el desvío cuando no con el insulto o el atropello. Con esmero, se tienen flores en otoño y aún cuando el inviernos nos castiga con la crudeza de sus fríos y escarchas... Y luego, en un vasto jardín que una haya cultivado se experimenta la satisfacción del creador...

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Con estos pensamientos, y entre pitos y flautas se fueron pasando los días enlos que entre sus pensamientos y sus trabajos cuidando su soñado jardín de los 15 años con verdadero afán, llegó a cumplir los 18, pudo cruzarse de brazos y contemplar aquellas bellezas que vivían y crecían gracias a sus esfuerzos...

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Las personas de sus alrededor después de " ¡Oh, muy bonito todo eso!, la dejaban hacer y hablar y algunas hasta llegaron apensar: "También a mí me gustan las flores siquiera no sea más que por la relación que tienen con las mujeres..."

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Una de estas personas, unos años mayor, industrial, que vivían en la misma ciudad que ella quiso saber a dónde iba a parar Valentina, que así se llamaba la muchacha, con toda aquella especie de disertaciones y pensamientos...

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Un día él le había preguntado por los impulsos que la hicieron constituirse en la mujer de todo el mundo y comenzó a hablarle, dándole toda clase de explicaciones.
-Mi afición a las flores, dijo, me perdió. Me gustaban, era joven, y no tenía mediod para comprarlas. En Tolosa, donde nací, continuó diciendo Valentina, tenía un vecino muy gallardo y muy cuco que me chicoleaba y que sabía mi gran afició a ellas.. Todos los días se cuidaba de manadrme un ramo con el cual, al par que halagaba mi orgullo de mujer no exenta de joven coqueta, me iba acercando a él...

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Un día de otoño por la tarde, aprovechando la ocasión de un pequeño paseo el galanteador le dijo a Valentina: "Si tu quires, ya que te gustan tanto las flores, cuando quieras puedes pasar un buen rato.."
- ¿Cómo, le dijo
-Visitándome y viendo el altar que he preparado para tí. Habrá flores de todas clases...

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-La curiosidad, esa enemiga invencible de los buenos propósitos, que mató al gato, me empujó, continuó diciendo Valentina.
¿-Cómo sería aquel altar? -se preguntaba-. ¿Habría en casa de mi vecino flores raras que yo no habría visto?...
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
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Continuó explicando que a las seis salió de su casa una tarde convenida, y con la azarosa precipitación de quien huye entró en casa de su vecino.
Salió a barirle sonriendo amablemente y la hizo entrar en una salita cargada de flores que exhalaban su afrodisíaco y traidor perfume; un perfume que enervaba y enardecía a la vez. La empezó a hablar en voz baja de las flores y de su amor por ella; un amor dulce, que les llevaría al quinto cielo de la felicidad...