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Se sabe poco de los amores de Cyrano. La Roxana de ostand puede que fuera Mademoiselle de Saint Genis a quien Cyrano escribió una serie de cartas de amor. Una vez ella le envió un brazalete confeccionado con un rizo de su propio cabello, pero Cyrano creyó que se burlaba de él...
Se sabe poco de los amores de Cyrano. La Roxana de ostand puede que fuera Mademoiselle de Saint Genis a quien Cyrano escribió una serie de cartas de amor. Una vez ella le envió un brazalete confeccionado con un rizo de su propio cabello, pero Cyrano creyó que se burlaba de él...
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En una carta comentaba con impaciencia:" Siento que te veo pocas veces porque te amo demasiado; en cambio, tú crees que me ves demasiado porque no me amas lo bastante". Luego continuaba: "El que te lleve en mi pensamiento más inspira piedad que alegría ¿Te imaginas un fuego ardiente hielo, una llama que se consume en su propio ardor, un amor cuyas penas te abrasan de alegría y que teme la curación como a la muerte misma?"...
En una carta comentaba con impaciencia:" Siento que te veo pocas veces porque te amo demasiado; en cambio, tú crees que me ves demasiado porque no me amas lo bastante". Luego continuaba: "El que te lleve en mi pensamiento más inspira piedad que alegría ¿Te imaginas un fuego ardiente hielo, una llama que se consume en su propio ardor, un amor cuyas penas te abrasan de alegría y que teme la curación como a la muerte misma?"...
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La última carta sugiere una separación: "Tu crueldad me ha hecho sufrir más en una hora que tu amor en diez años"...
La última carta sugiere una separación: "Tu crueldad me ha hecho sufrir más en una hora que tu amor en diez años"...
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En su drama, Rostand combina la decepción amorosa de Cyrano con una curiosa aventura de la que él mismo había sido protagonista. Un joven amigo suyo le había confiado que la joven a la que cortejaba se mostraba indiferente: "Le diga lo que le diga, no me escucha nunca"...
En su drama, Rostand combina la decepción amorosa de Cyrano con una curiosa aventura de la que él mismo había sido protagonista. Un joven amigo suyo le había confiado que la joven a la que cortejaba se mostraba indiferente: "Le diga lo que le diga, no me escucha nunca"...
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-Pero ¿qué le dices? -le preguntó Rostand.
-Que la amo.
- ¿Y después?
-Le vuelvo a decir lo mismo.
- ¿Y luego?
- Selo repito otra vez...
-Pero ¿qué le dices? -le preguntó Rostand.
-Que la amo.
- ¿Y después?
-Le vuelvo a decir lo mismo.
- ¿Y luego?
- Selo repito otra vez...
