Hay días en que las fuerzas ocultas de la Naturaleza parecen confabularse en contra de los maestros de escuela. Para una amiga mía, maestra, aquél había sido uno de ellos: sus alumnos estaban más traviesos que de costumbre; incluso los niños, que por lo general tenían buena conducta, discurrían ingeniosas maneras de molestar a sus compañeros y alterar el orden.
Mientras mi amiga esperaba con ansiedad el timbrazo que ponía fin a la clase, pensó seriamente en abandonar su profesión. En dichas circunstancias se le acercó una de las niñas, quien le dijo en un tono de comprensión impropio de su edad:
-Señorita, ¿No le parece como si se hubiera pasado el día planchando con la plancha fría?
En ese momento mi amiga se quedó no sólamente planchada, sino también ALMIDONADA. Como seguro que se habrá quedado más de una vez, mi primo Jesús ante algunos de sus alumnos. Jejejejejeje
Mientras mi amiga esperaba con ansiedad el timbrazo que ponía fin a la clase, pensó seriamente en abandonar su profesión. En dichas circunstancias se le acercó una de las niñas, quien le dijo en un tono de comprensión impropio de su edad:
-Señorita, ¿No le parece como si se hubiera pasado el día planchando con la plancha fría?
En ese momento mi amiga se quedó no sólamente planchada, sino también ALMIDONADA. Como seguro que se habrá quedado más de una vez, mi primo Jesús ante algunos de sus alumnos. Jejejejejeje