¿NOS MIMAMOS?
¡Vamos a mimarnos!. Porque pequeñas y frecuentes recompensas son más eficaces que una gran recompensa al cabo de años de sacrificio. Todos sabemos esto en lo referente a la crianza de los hijos. Sin embargo - y resulta trágico-, vemos casos tras otros de adultos que pasamos por alto este principio para nosotros mismos, con las consecuencias negativas previsibles...
¡Vamos a mimarnos!. Porque pequeñas y frecuentes recompensas son más eficaces que una gran recompensa al cabo de años de sacrificio. Todos sabemos esto en lo referente a la crianza de los hijos. Sin embargo - y resulta trágico-, vemos casos tras otros de adultos que pasamos por alto este principio para nosotros mismos, con las consecuencias negativas previsibles...
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Sacrificios estoicos durante largo tiempo, en espera de una gran recompensa, debilitan a la persona y socavan su eficiencia. Dejemos de ponernos obstáculos. Hagamos a un lado esas excusas consoladoras, pero incontrolables...
Sacrificios estoicos durante largo tiempo, en espera de una gran recompensa, debilitan a la persona y socavan su eficiencia. Dejemos de ponernos obstáculos. Hagamos a un lado esas excusas consoladoras, pero incontrolables...
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Con la rapidez de los reflejos, las personas en dificultades achacamos muchas veces nuestros conflictos y nuestro estrés a algo que nos es imposible cambiar. Pero si nos adiestramos en mirar detrás de esa acumulación de obstáculos, descubriremos la verdadera causa de nuestros problemas, los cuales seremos capaces de controlar, afrontándolos...
Con la rapidez de los reflejos, las personas en dificultades achacamos muchas veces nuestros conflictos y nuestro estrés a algo que nos es imposible cambiar. Pero si nos adiestramos en mirar detrás de esa acumulación de obstáculos, descubriremos la verdadera causa de nuestros problemas, los cuales seremos capaces de controlar, afrontándolos...
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Deberíamos preocuparnos sólo por lo que pudiéramos controlar. Los desastres naturales, y una auténtica mala suerte -por ejemplo-, son, por fortuna poco frecuentes...
Deberíamos preocuparnos sólo por lo que pudiéramos controlar. Los desastres naturales, y una auténtica mala suerte -por ejemplo-, son, por fortuna poco frecuentes...