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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: ......

LAS QUINIELAS.

Creo que no fue hasta que llegó la TVE al pueblo, cuando se conocieron los boletos de las Quinielas y para qué servían, y eso que eran más de 35 domingos al año, que van desde setiembre hasta junio, los que muchos españoles, hasta llegar alrededor de diez millones, los que jugaban o apostaban un promedio de 140 millones de pesetas por jornada en el juego más popular y apasionante del país: las quinielas...

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La mayoría de las personas, -según dicen los expertos-, ya desde el principio, considera esta forma de apuestas sobre los resultados de los partdos de fútbolcomo un inofensivo pasatiempo que aporta un poco de emoción y mucho de esperanzaa la rutina cotidiana...

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No sé si aún se continúa viviendo este juego de las quinielas con aquella emoción que se vivía en los pequeños pueblos, pues aunque en mi casa nunca jugamos o apostamos en este juego, sí lo hacían los vecinos de mis padres, que al no haber un lugar donde depositar los boletos, los jugadores los enviaban a Tarancón, Cuenca capital, o a algún pueblo más grande que Alconchel...

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Aún recuerdo a Jesús ("Ojetes"), dando saltos porque, al comprobar los resultados de aquella semana, se dió cuenta que había acertado los 14...

Todos los vecinos estábamos contentos de que le hubiese tocado, porque la verdad es que el hombre lo hacía con toda la ilusión del mundo, y todas las semanas, pero nuestra ilusión, y sobre todo la de él, se vino abajo cuando por la noche en las noticias, o en El Parte, habíamos oído que los mismos aciertos los tenían muchísimas personas, así que sólo le tocó un pellizquillo... Luego hubieron más, pero todos de poca importancia...

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Ya que estamos de "Premios", he de decir que, donde ha tenido suerte algunas veces Alconchel ha sido en otros juegos como La Lotería, Los ciegos, etc. y además con premios considerables, pero quién los ganó ya no soy yo quien ha de decirlo; ¡Bueno!, mejor ni yo, ni nadie...

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Cualesquiera que sean los méritos o defectos de Las Quinielas, la afición a ellas se extendió de forma espectacular en unos años, así en la temporada 1946-47, según tengo entendido, los españoles apostaron nueve millones y medio de pesetas y llegó un día que la cifra ascendió astronómicamentea unos cinco mil millones de pesetas...

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Se dijo que el 55 por ciento de la recaudación semanal dividía en tres partes iguales con cada una de las cuáles se premiaba a los acertantes del resultado del total de los catorce encuentros válidos reseñados cada domingo en las quinielas; a los de trece y a los de doce. Si no hubiera acertantesde catorce, entoncesse premiaban los de trece, los de doce, y los de once aciertos, y así sucesivamente...

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Los premios en los años 60 batieron todos los records; un par de afortunados acertantes cobraron, cada uno de ellos, más de treinta millones de pesetas, y otros dos millones de personasobtuvieron premios que oscilaron de ochenta pesetas a siete millones cada uno...

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Las únicas ganadoras infalibles eran la Delegación Nacional de Educación Física y Deportes, que recibía el 22 por ciento de la recaudación y se encargaba de distribuirlo entre las distintas Federacionesdeportivas y las Diputaciones provinciales, que empleaban el once por ciento que les correspondía en obras benéficas y asistenciales...

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El tanto por ciento restante servía para cubrir los gastos de administracióndel Patronato de Apuestas Mutuas Deportivo Benéficas. Gracias al dinerode las quinielas fue posible construir, entre otras muchas cosas, el Palacio de los Deportes de Madrid, cinco piscinas cubiertas y trece descubiertas en Barcelona, un buen número de campos de fútbol, ampliar el serviciodel Centro de Prematuros de la casa Provincialde Maternología de Barcelona e instalar una incubadora para niños prematuros, así como un pulmón de acero y un aparato electrocardiográfico, en el Hospital Provincial de Lanzarote...

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La popularidad de la quinielas fue tanta que no había periódico en España que no dedicase semanalmente una columna o una página a las quinielas, y existían revistas y publicaciones técnicas especialmente dedicadas a informar y orientar a los apostantes...

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Millones de hombres, mujeres y adolescentes vivían cada domingo pendientes de los resultados de los partidos de fútbol, y dedicaban horas y horas del resto de la semana a pensar y rellenar los boletos de sus apuestas para el domingo siguiente...

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Las quinielas futbolísticas también tenían millones de adeptos fuera de España. El primer país en implantarlas fue Inglaterra, el 1922; así mismo, se jugaba a las quinielas en casi toda Europa Occidental, e incluso en algunos países de detrás del Telón de Acero...

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Aún jugándose en casi toda Europa, las quinielas españolas, controladas por el "Patronato de Apuestas Mutuas Deportivas Benéficas" (P. A. M. D. B.), organismo paraestatal creado en Abril de 1946, eran las más populares por ser las pagaban mayor porcentaje en premios (el 55 por ciento de la recaudación, en tanto que en otros países era el 45 por ciento)....

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En sus años de historia las quinielas han ido experimentando algunos cambios. En principio, el apostante tenía que acertar el número de goles que iba a marcar cada equipo en los siete partidos que figuraban en el boleto, pero este sistema era complicado y difícil de escrutar...

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Fue el popular t´cnico de fútboly conocido humorista Pablo Hernández Coronado quien, en la temporada 1948-49, sugirió el diabólicamente sencillo y actual sistema de los tres signos 1-X-2, según se pronostique la victoria del equipo que juega en su campo (mencionado en primer lugar en el boleto), el empate o la victoria del conjunto visitante...

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Matemáticamente, con sólo esos tres signos para los catorce partidos válidos de cada jornada se pueden hacer 4.782.969 combinaciones...

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Otras de las innovaciones consistió en la creación de un boleto múltiple en el que se podían pronosticar hasta un total de 972 combinaciones por un precio de cinco pesetas cada pronóstico...

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Una vez relleno, el boleto se entregaba para ser sellado en alguno de los numerosos despachos de quinielas, bares o estancos autorizados. El apostante se quedaba con una parte llamada "resguardo", y entregaba las otras dos ("Control" y "escrutinio") en las que, previamente, había copiado su apuesta...

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Después, sólo quedaba esperar a que se jugaran los partidos del domingo, y soñar a ver en qué iba a emplear el dinerillo que le tocase, si la diosa Fortuna se acercaba aquel domingo a sus casas...

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Pocos pensábamos, y mucho menos los que en aquellos años nos dedicábamos más que otra cosa a jugar por las calles del pueblo al escondite, metiéndonos en todos los gallineros que encontrábamos a nuestra disposición, y estudiando el 2º Grado del Catecismo y el 2º Curso de la Enciclopedia Alvarez, lo que se "cocía" cuando los jugadores de futbol acababan su partido correspondiente a aquel domingo...

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Mientras el apostador esperaba al lunes, se ponía en marcha, con precisión cronométrica, toda una compleja y meticulosa operación, que sabremos como acababa siguiendo al boleto hasta que resulte premiado... o sea convertido en cenizas...

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En las ciudades, cientos de coches y motocicletas se encargaban de retirar los boletos sellados de los despachos de quinielas el sábado por la noche, y de llevarlos inmediatamente a la Delegación Provincial correspondiente. En las regiones apartadas se utilizaban los carros, bicicletas e incluso borricos para trasladar el boleto hasta su destino...

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Ocurrió una vez que, un pueblecito muy pequeño del norte de España sufrió un sábado una horrible y gran ventisca. Nadie se atrevía a salir de la localidad porque no disponían de otros medios de locomoción que unas caballerías y viejas bicicletas. " ¿Qué podemos hacer para no defraudar a los apostantes?", preguntó por teléfono el representante local al delegado de la zona. "Iré yo mismo a buscarlos", dijo éste. Y, ni corto ni perezoso, y como si se tratara de una misión de salvamento, el delegado montó en su coche, rompió, con grandes esfuerzos, el bloqueo de las nieves, y recogió los boletaos a tiempo para entrar en la rueda de la fortuna...

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En las delegaciones provinciales los boletos eran clasificados, guardados en sacas precintadas metálicamente, y enviados a algunos de los ocho centros escrutadores de Algeciras, Barcelona, Granada, Madrid, san Sebastián, Toledo, Valladolid o Zaragoza. En estos centros se procedía a separar el cuerpo de "escrutinio" (que queda en el centro escrutador local) del de "control", que era enviado a Madrid...

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Todo esto ocurría mientras los apostantes dormían ilusionados el sábado por la noche. El domingo por la noche, cuando aún resonaban en los graderíos de los campos de fútbol el grito que acompañaba al último gol de la jornada, dos mil expertos escrutadores de toda España, cada uno de los cuales percibía entre 150 y 200 pesetas por jornada, comenzaban a comprobar, lapicero en mano, los aciertos de cada boleto...

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Para mayor rapidez y seguridad, y en los casos de boletos múltiples, se empleaban, desde hacía poco tiempo, máquinas electrónicas. En total, el escrutinio consumía desde un mínimo de doce horas de trabajo hasta un máximo de veinticuatro, y su costo excedía los sesenta millones de pesetas al año...

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Los boletos premiados habían de ser cotejados por la Junta de Control de Madrid con los cuerpos de "control", que eran los que servían en definitiva para adjudicar o no el premio, y que se guardaban en una caja acorazada cuya puerta se abría con tres llaves de distintas claves...

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Incluso si el apostante se olvidaba de reclamar su premio, los agentes del P. A. M. D. B. revolvían Roma con Santiago hasta que daban con su paradero, siguiendo la pista del número del sello que figuraba en el boleto y que revelaba la agencia donde había sido depositado...

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Se dió el caso de que, un ama de casa de Igualada (Barcelona) tiró, sin darse cuenta, a la basura el boleto que acababa de rellenar. No volvió a acordarse de él hasta que un día recibió una agradable sorpresa: el Patronato de Apuestas Mutuas Deportivo Benéficas le anunciaba que había obtenido un premio de setecientas mil pesetas...

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El premio más importante jamás pagado hasta 1970 se produjo en la jornada del domingo 24 de marzo de 1968: un sólo acertante de catorce resultados, el jornalero tinerfeño Pedro Cano Cano, de 59 años de edad, ganó 32.401.402 pesetas con una quiniela de diez pesetas...

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En total, desde su implantación en 1946, hasta 1970, las quinielas habían repartido más de doce mil millones de pesetas en premios y habían hecho millonarios a medio millar de españoles...

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No sé ahora, (no soy aficionada) pero en aquellos años no había edad legal para jugar a las quinielas. Un niño de ocho años, Goyito, fue el que rellenó una quiniela premiada con más de dos millones de pesetas, que para aquellos años, no estab nada mal...

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Tampoco había entonces restricciones jurídicas: cuatro enfermos internados en un sanatorio siquiátrico de Reus acertaron trece resultados y cobraron el premio. "Las quinielas son un juego de todos y para todos", dijo una vez un funcionario del P: A. M. D. B...
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
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En los años 60 el apostante medio era varón, de edad comprendida entre los treinta y los cincuenta años y perteneciente a la clase media y obrera. Madrid era la ciudad donde más dinero se apostaba, seguida de Barcelona y Valencia...