ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: ¡Jolines, jolines! No hay nada como, de vez en cuando,...

Eufra7 tampoco se quedó corto escibiendo aquel 19 de setiembre de 2007.

"2007-09-19 11:35:43 Estimados foreros. Buenos días a to'l mundo: Se me queja "la de Palmas", de que no aparezco hace mucho. Quiero hacer constar que no es por mi culpa. Todos los días intento dejar algún comentario, aunque sea cortito. Pero sucede que no hay manera de que se quede. Como las lamentaciones no nos sirven de nada, solo nos queda seguir intentándolo, hasta que tengamos la suerte de que nos aparezca publicado. No quiero culpar a nadie, porque por otra parte, no me iba a servir de nada. ¡Hala! Dicho esto, continúo. Tiempo atrás, me comprometí a seguir explicando las labores que se desarrollaban en las eras. Después de haber hablado sobre la preparación de la era, "dándole" con el rodillo, la trilla y allegar, ahora, una vez recogida la parva, -allegada-, nos toca aventar, por aquel entonces, decíamos "ablentar; lo mismo que cuando dábamos saltos, decíamos que blincábamos; gracias a que por aquélla época, había un grupo musical, sí, aquéllos que cantaban,... con un sorbito de champán..., bueno, pues ellos nos recordaban, que en lugar de dar un -blinco-, lo que hacíamos, era dar un brinco. Bueno, me parece que me estoy yendo por los cerros de Ubeda y, en lugar de aclararos os estoy liando. Volviendo a las eras, en estas fechas ya teníamos prácticamente todas las labores acabadas o a punto, sólo quedaba recoger los -blenteros-, que, supongo yo, deberían ser los venteros. Para recogerlos, antes teníamos que aventar. Por los años cincuenta, la mecanización del campo era escasa, sobre todo, en aquellas casas en que sólo se disponía de una yunta de mulas, o de burros, e incluso a veces, ni eso; éra preciso que se juntasen dos para poder hacer una yunta. Cada uno ponía una mula o un macho, o un burro, en fin lo que tenía, para poder hacer las labores del campo. En las casa grandes no tenían tal problema. Disponían de la maquinaria adecuada para cada cometido. Bien, os cuento, en las casa pequeñas, que no disponíamos de maquinaria, para aventar, lo hacíamos con las horcas, de madera. Normalmente, el montón de mies, lo allegábamos en el lado de la era donde por experiencia, sabían los mayores, que el viento era más favorable. En mi era, siempre aventábamos cuando soplaba -el solano-. Así es que el montón lo teníamos en la parte de la era recayente al calvario. Os aclaro que mi era estaba a la izquierda de la del secretario; sí Milagros, esa donde estaba el montón de trigo que le hiciste la foto este verano, entonces, -echaba- en ella Trenzas. Bueno, vamos a la faena, cogíamos las horcas, pinchábamos el montón de mies y lanzábamos una horcada contra el viento, de esta manera, se separaba la paja del trigo, o cualquier otro cereal que se aventara. La paja se iba a la orilla de la era y el cereal se quedaba, prácticamente a nuestros pies. Después de acabado de aventar el montón con las horcas, continuábamos aventando el cereal con las palas, para limpiarlo de las granzas que habían quedado. Cada cierto tiempo, las mujeres, ó los chicos, con las escobas amargas, íbamos retirando, por encima del montón de cereal aventado, los palotes u otras impurezas que quedaban mezcladas con el grano. A esto es a lo que llamábamos -granzas-. Acabada esta segunda pasada, continuábamos con el cribón. Consistía este artefacto, en una especie de camilla, en la que en el fondo, tenía una chapa, con agujeros, por donde pasaba el grano y se quedaban la mayor parte de las granzas. En cada extremo del cribón, se ponía una persona agarrando, con cada mano, las asas del mismo. Bien con la media fanega, o con un cubo, se iba echando el cereal para acribarlo. También podíamos utilizar cribas, eran unos arneros de mayores dimensiones, pero más incómodas. Después ya llegaron las máquinas aventadoras y nos ahorró muchos esfuerzos. Aunque había que darle a la manivela para accionar las aspas. Más tarde se les pudo acoplar un motor y la cosa se simplificó muchísimo. Vamos, que íbamos avanzando -a matacaballo-. Hasta llegar a las cosechadoras. Acabada la criba del cereal, seguía el envasado del mismo, normalmente en costales. Después en sacos. Había también unas sacas enormes, eran como cuatro costales, o más, juntos. Por regla general les echábamos una fanega, para manejarlos mejor, porque después nos tocaba -entrar-, llevarlos a casa y subirlos a las cámaras. ¡Qué trabajos nos mandaba el Señor! Los que sois de mis hierbas, tengo claro que no hace falta que os explique nada, pero esto lo hago por los que no conocen las faenas que hacíamos a mitad de siglo. Es más, os animo a seguir escribiendo sobre el tema. Lo que no tengo tan claro, es que este mensaje quede escrito. Por si acaso lo guardaré. Tordilla: Otro día te pongo algún refrán más. Te voy a aburrir con tanto refrán. Por cierto, díle a María, que no se preocupe por haber llegado la última en la carrera de sacos. Lo importante es participar. A Jorge, que no quería jugar al ajedrez, porque decía que enfrentarse a Jorge Piqueras era demasiado. Al final casi le tuve que obligar y, mira por dónde, quedó el segundo. Venga, acabo. Besos a las chicas y abrazos para los chicos. Eufra7"

¡Jolines, jolines! No hay nada como, de vez en cuando, dar un repasillo a lo que se escribió hace ya algún tiempo; aquí tenemos un mensaje de Eufra7 donde nos da unas pinceladas de cómo se "ablentaba" en aquellos años de nuestra infancia y adolescencia. Mientras se "ablentaba", por supuesto se podía cantar o "solbitar".
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Como podéis ver, he vuelto de nuevo para acabar de escribir el anterior mensaje que dejé sin terminar antes de ir a preparar la cena; cuando he vuelto lo he terminado y ahora, como ya estoy por aquí, aprovecho y os doy las buenas noches con un beso y un feliz descanso. Yo también me voy "al sobre"