Estas seguidillas manchegas las cantaba mi abuela Castora que además las bailaba muy bien. ¡Lástima que no aprendí de ella ni a bailarlas ni a acompañarlas con castañuelas! Y es que, cuando éramos pequeños, éramos más cortos que las mangas de un chaleco... ¡Pronto iba yo de dejar de aprenderlas si fuese ahoraaaaa!
Seguidillas corridas
van por tu calle
como van tan corridas
no las ve nadie.
Seguidillas corridas
van por tu calle
como van tan corridas
no las ve nadie.