ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: ¡Eso, eso, explica, explica...! ...

¡Vaya alegría que me ha dado Cari esta mañana...!
Resulta que suena el teléfono, contesto, y allá que va: "la Cari" al aparato. Como ya sabéis muchos de vosotros que leéis el foro, siento pasión por mis amigas de infancia, y cuando hablo con ellas, -sobre todo si no es por "cosas malas"- soy la mujer más feliz del mundo.
Se ve que le ha llegado algún pajarillo para hablarle sobre la comida-encuentro de "la quinta el 49", así que me ha llamado para ver de qué se trataba...

Muchos alconcheleros saben que tanto Cari como yo pertenecemos a esa quinta, así que ya me ha confirmado que priemro nos veremos en mayo, si Dios quiere, y luego en agosto en la comida.
Me ha dicho que ella no lee el foro, pero que ahora que su marido se ha jubilado, en cuanto vengan de un viaje que tienen previsto hacer con sus hijos, se van a poner a hacer un cursillo para aprender a manejar Internet.
Espero y deseo que el viaje les salga estupendamente, y así, cuando Cari ya sepa entrar en el foro, nos pueda explicar cómo le fueron los safaris, y si le dieron miedo los elefantes, aunque no me la puedo imaginar "miedica", siendo una de las chicas de mi infancia, más valientes que he visto... ¡Bueno, menos una vez que...!

¡Eso, eso, explica, explica...!
Una vez que..., ya no éramos tan pequeñas, y yo fui al pueblo por primera vez en coche. Bueno, con mi coche.
Pues resulta que como era verano, y coincidió con que los pedroñeros y alconcheleros habían recogido ya los ajos de unos "piazos" de tierra que estaban cerca de un sitio donde había unas moreras, "la Cari", que por haber sido su padre agricultor, o porque era mucho más espavilada que yo en cuestiones de campo y muchas cosas más, sabía "al dedillo" dónde y cómo teníamos que ir a "rebuscar" los ajos que se habían quedado "en el camino" que llevaba al carro o a la galera del dueño de la tierra donde habían estado sembrados...
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
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El caso es que como ella sabía dónde teníamos que ir, cogimos el coche, y ni cortas ni perezosas nos fuimos las dos tan contentas como unas castañuelas, o más, dispuestas a traernos para Alconchel el maletero del coche lleno de ajos hasta las trancas. ¡Qué alegría, y qué ilusión, ver tanta tierra donde "rebuscar" ajos hasta cansarnos... sería una mañana estupenda!
Esto es lo que pensábamos antes de bajarnos del coche y ver con grata sorpresa para nosotras que, los dueños de la tierra, que, ... (ver texto completo)