DULCE HISTORIA.
Los años, aunque nos dediquemos toda nuestra vida a construir talanqueras para retenerlos, pasan; y lo malo de todo, es que no podemos retenerlos. Aminorar la marcha, quizá, pero cerrar las pequeñas aberturas por donde se escapan... ¡Esto resulta imposible!...
Los años, aunque nos dediquemos toda nuestra vida a construir talanqueras para retenerlos, pasan; y lo malo de todo, es que no podemos retenerlos. Aminorar la marcha, quizá, pero cerrar las pequeñas aberturas por donde se escapan... ¡Esto resulta imposible!...