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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: ......

DULCE HISTORIA.

Los años, aunque nos dediquemos toda nuestra vida a construir talanqueras para retenerlos, pasan; y lo malo de todo, es que no podemos retenerlos. Aminorar la marcha, quizá, pero cerrar las pequeñas aberturas por donde se escapan... ¡Esto resulta imposible!...

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Queda claro que los años pasan, pero lo que no pasa, en la gran mayoría de los casos, son los recuerdos de nuestros años pasados.
Hoy hablamos de las golosinas, llamadas por el Señor Rajoy "las chuches", que son los caramelos y chicles que acompañaron los últimos años de infancia a "los quintos del 49"...

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Los dulces de nuestra primera infancia -años cincuenta-, como podéis imaginar se limitaban a los "pirulís" de azúcar tostada, el regaliz, el palo dúz, y poquito más; los hijos de los "ricos" del pueblo no sé si gozaban de algunos dulces más, porque como yo era hija de pastor tampoco podían permitirse darnos a las hijas "muchos lujos" en cuestión de dulces, ¡ni de nada, vamos!...

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Es posible que a los hijos de los "ricos" les comprasen las chucherías fuera del pueblo, porque la verdad és, que, en el pueblo, aunque se tuviesen medios para hacerlo, tampoco había tanto abasteciomiento de dulces y chucherías en las tiendas que entonces había, como para tirar cohetes...

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Fue más o menos cuando a España comenzaron a llegar los primeros turistas, y "nos abrimos" al mundo, cuando las golosinas que hasta entonces habían acompañado y endulzado nuestra infancia comenzaron a cambiar; se renovaron y buscaron seducir con nuevos sabores y propiedades a "los golosos" y "colosos" de entonces. En la actualidad, algunas marcas sólo permanecen en el recuerdo, como por ejemplo, los caramelos "Sacis"...

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Cuenta la historia, porque esto ya es historia, que todos hemos crecido con algún caramelo favorito escondido en el bolsillo de los pantalones -las chicas, babero-, siendo éste uno de los símbolos de nuestra infancia.
Las golosinas, por lo que dicen, retienen el tiempo, y por lo tanto, resultan del todo anacrónicas. Parece ser que siempre pertenecen a nuestro pasado...

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Según cuenta Steven Connor en "La curiosa historia de nuestros objetos cotidianos" nos ayudan a durar. Basta degustarlas, dejar que se derritan en la boca y su sabor nos transporta inmediatamente a etapas de nuestra vida que muchos creíamos olvidada para siempre...

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Según una encuesta realizada en el 2007 por la asociación de fabricantes de caramelos chicles las golosinas ocupan el sexto lugar de los recuerdos de la infancia, después de los amigos, las bicicletas, la escuela, los juegos de calle, etc. Y por encima del pueblo, los cromos y la televisión...

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La encuesta realizada también dice que el olor y el sabor de los dulces, incluídos los postres, son los primeros que asocian con la niñez, adelantando a la todopoderosa "comida de la abuela".
Dicen que, saborear las golosinas produce momentos de relax y bienestar. Se asocian al sosiego, al disfrute...

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Casi todos los de "la quinta el 49" hemos tenido buenos recuerdos -a ninguno se le atragantó un caramelo- y por eso deseamos potenciarlos, porque nuestro CEREBRO, también se alimenta de RECUERDOS...
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
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De tanto pensar en "las chuches", tengo la boca hecha un lago, y los jugos gástricos bailando La Samba, así que voy a ponerme un caramelo de café con leche en la boca para endulzarme un poco más la mañana y luego vuelvo. Ahora es hora de ir a dar "el paseillo" de la lidia diaria, que ya comenzó hace unas horas. Yo como soy tan rara, doy el paseíllo cuando la corrida ya va a medias. Jejejejejeje
Besetes hermosos.