Dice la Miltología que Eco fue hija de la Tierra y del Aire, y que ayudaba a Júpiter distrayendo a la celosa Juno mientras aquél andaba ocupado en sus amorosos devaneos, hasta que la temible diosa habiéndose enterado de lo que a espaldas suyas ocurría, condenó a Eco a vivir en el fondo de los bosques y a repetir las últimas sílabas de las palabras que oyese...
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A Eco se la ha pintado con la aptitud perpleja del que escucha: los brazos medio levantados, la boca entreabierta, la cabeza algo inclinada hacia atrás, los ojos inmóviles y pensativos, como si también estuviesen empleados en percibir algún rumor lejano...
A Eco se la ha pintado con la aptitud perpleja del que escucha: los brazos medio levantados, la boca entreabierta, la cabeza algo inclinada hacia atrás, los ojos inmóviles y pensativos, como si también estuviesen empleados en percibir algún rumor lejano...
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Parece como si espíritus invisibles murmuraran al oído de Eco palabras misteriosas que ella no comprende. ¿Será acaso, el murmullo del viento cargado de millares de frases dispersas?...
Parece como si espíritus invisibles murmuraran al oído de Eco palabras misteriosas que ella no comprende. ¿Será acaso, el murmullo del viento cargado de millares de frases dispersas?...
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¿Será acaso el lenguaje de las olas, cuyo verbo poderoso parece conservar aún el clamor desgarrador de los náufragos que murieron en la extensión inmensa del piélago azul, y el canto cariñoso de las sirenas que dormitan al sol echadas sobre los peñascales de playas remotas?...
¿Será acaso el lenguaje de las olas, cuyo verbo poderoso parece conservar aún el clamor desgarrador de los náufragos que murieron en la extensión inmensa del piélago azul, y el canto cariñoso de las sirenas que dormitan al sol echadas sobre los peñascales de playas remotas?...