LA TIERNA ROSA.
La rosa murmuró tristemente, inclinando hacia mí su tallo, mientras los rayos del sol nos envolvían como finísima ilusión de oro pulverizado:
-Queréis cogerme demasiado pronto: apenas se ha abierto mi capullo entre los primeros fulgores del alba y aún quedan en mis pétalos algunas gotas de rocío matutino...
La rosa murmuró tristemente, inclinando hacia mí su tallo, mientras los rayos del sol nos envolvían como finísima ilusión de oro pulverizado:
-Queréis cogerme demasiado pronto: apenas se ha abierto mi capullo entre los primeros fulgores del alba y aún quedan en mis pétalos algunas gotas de rocío matutino...