"Retrato del hombre.
Todo anuncia en el hombre al dominador de la tierra. Todo señala en él, aun considerándolo exteriormente, su superioridad sobre los demás seres vivientes. Se sostiene derecho y elevado. Su actitud es la del mando, su cabeza levantada mira al cielo y presenta un rostro en el que lleva impreso el carácter de su dignidad. La imagen de su alma está pintada en su fisonomía. La excelencia de su naturaleza se conoce al través de sus órganos materiales, y anima de un fuego divino los rasgos de su semblante. Su porte majestuoso, su marchar firme y atrevido anuncia la nobleza de su origen. Tocando la tierra con sus plantas, mirándola de lejos parece desdeñarla. Los brazos no son en él pilares de apoyo para mover la masa de su cuerpo, sus manos no deben hollar la tierra, y perder con el frote reiterado la delicadeza del tacto, de que son el principal órgano. Usos más nobles tienen el brazo y la mano. Ejecutores de las órdenes de su voluntad sirven para coger, para aproximar las cosas más distantes, para separar los obstáculos, prevenir el choque de objetos que puedan dañarnos, para retener los que nos agraden, para ponerlos al alcance de los demás sentidos. Cuando el alma se halla tranquila, todas las partes del rostro se hallan en estado de reposo, su proporción, su unión, su conjunto denotan la dulce armonía de sus pensamientos y corresponde a la calma del interior. Cuando el alma se halla agitada el rostro humano es un cuadro vivo y animado en donde se retratan delicada y enérgicamente las pasiones, donde cada movimiento del alma se manifiesta por un rasgo indefinible, cada acción por un carácter particular, cuya impresión es tan viva y tan pronta, que adelantándose a la voluntad nos descubre y representa exteriormente con signos patéticos las más secretas, las más ocultas agitaciones del alma."
(Proyecto filosofía en español.)
Todo anuncia en el hombre al dominador de la tierra. Todo señala en él, aun considerándolo exteriormente, su superioridad sobre los demás seres vivientes. Se sostiene derecho y elevado. Su actitud es la del mando, su cabeza levantada mira al cielo y presenta un rostro en el que lleva impreso el carácter de su dignidad. La imagen de su alma está pintada en su fisonomía. La excelencia de su naturaleza se conoce al través de sus órganos materiales, y anima de un fuego divino los rasgos de su semblante. Su porte majestuoso, su marchar firme y atrevido anuncia la nobleza de su origen. Tocando la tierra con sus plantas, mirándola de lejos parece desdeñarla. Los brazos no son en él pilares de apoyo para mover la masa de su cuerpo, sus manos no deben hollar la tierra, y perder con el frote reiterado la delicadeza del tacto, de que son el principal órgano. Usos más nobles tienen el brazo y la mano. Ejecutores de las órdenes de su voluntad sirven para coger, para aproximar las cosas más distantes, para separar los obstáculos, prevenir el choque de objetos que puedan dañarnos, para retener los que nos agraden, para ponerlos al alcance de los demás sentidos. Cuando el alma se halla tranquila, todas las partes del rostro se hallan en estado de reposo, su proporción, su unión, su conjunto denotan la dulce armonía de sus pensamientos y corresponde a la calma del interior. Cuando el alma se halla agitada el rostro humano es un cuadro vivo y animado en donde se retratan delicada y enérgicamente las pasiones, donde cada movimiento del alma se manifiesta por un rasgo indefinible, cada acción por un carácter particular, cuya impresión es tan viva y tan pronta, que adelantándose a la voluntad nos descubre y representa exteriormente con signos patéticos las más secretas, las más ocultas agitaciones del alma."
(Proyecto filosofía en español.)