ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: ......

En una ocasión mi marido y yo estuvimos en una cena en la que tuvimos como compañero de mesa a un señor relacionado con la fabricación de gigantescas máquinas de obras públicas y estaba entusiasmadísimo con su trabajo...

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Hablaba de "sus monstruos mecánicos" con tanto cariño como si se tratara de sus propios hijos. Alababa su fuerza, su seguridad, su utilidad para diversas tareas. "No hay nada más maravilloso -decía- que las prodigiosas máquinas que la industria pide a la ciencia y la ciencia está entregando a la industria"...

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Daba golpes sobre la mesa mientras aseguraba que no hay límites a lo que una máquina puede ahcer, si está dirigida por un cerebro humano, y nosotros nos entusiasmamos tanto como él...

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Ha habido en el mundo personas que han realizado maravillas con sus tierras baldías: la mayoría de ellos son pesonas con la cara surcada por el viento, y sus cuerpos fornidos parecen más aptos para manejar un tractor que una máquina de escribir...

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No existen las tierras baldías, dicen algunos de ellos. El hombre las maltrata, les roba elementos químicos de fertilidad. Pero si uno sabe restablecer esos elementos por medio de la agricultura científica, no hay límite a lo que pueda hacerse de la tierra...

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Cuando estas personas continúan hablando con esa elocuencia apasionada, uno se puede quedar extasiado y maravillado viendo cómo se explica. Es entonces cuando pensamos: ¡Otro optimista, otro entusiasta!...
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
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Otro entusiasta fue Thomas Edison, que al morir había dejado la tapa corrediza de su escritorio cerrada con llave, y que sólo podría abrirse al cumplirse los cien años del nacimiento del gran inventor, cosa que se hizo cuando llegó su día y su hora...