Un célebre bibliófilo, cuyo apellido, verdadero rosario de consonantes aspiradas, diptongos y dobles W omitimos en gracia a los lectores del foro, encontró revolviendo la correspondencia de un espiritista muerto recientemente en Cristianía, curiosos documentos en los cuales el difunto refería las aventuras que corrió antes de que su espíritu llegase a revestir la forma humana...
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No hay para qué decir que todas las confesiones son interesantísimas: su vida de caracol baboso y cornudo y sus canciones de amor siendo rana, entonadas de noche a orillas de un pantano y a la luz de la luna, son capítulos de primer orden...
No hay para qué decir que todas las confesiones son interesantísimas: su vida de caracol baboso y cornudo y sus canciones de amor siendo rana, entonadas de noche a orillas de un pantano y a la luz de la luna, son capítulos de primer orden...
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Pero nada alcanza en originalidad a un monólogo que tuvo siendo pulga, allá en una casa de huéspedes de Londres. El documento copiado "ad pedem literae", decía así:
"Heme aquí entre los pliegues de una sábana aguardando la hora de la cena ¡Qué apetito tengo! ¡Quiera Dios que baje pronto mi huéspeda! ¡Valiente jamona! ¡Y qué sangre tan dulce tiene...! Sobre todo las pantorrillas. Me llevo tragada la derecha, y eso que su ama no me deja sosegar un momento...
Pero nada alcanza en originalidad a un monólogo que tuvo siendo pulga, allá en una casa de huéspedes de Londres. El documento copiado "ad pedem literae", decía así:
"Heme aquí entre los pliegues de una sábana aguardando la hora de la cena ¡Qué apetito tengo! ¡Quiera Dios que baje pronto mi huéspeda! ¡Valiente jamona! ¡Y qué sangre tan dulce tiene...! Sobre todo las pantorrillas. Me llevo tragada la derecha, y eso que su ama no me deja sosegar un momento...