A.... UNA
No es tu mirada, donde el fuego brilla
que va disuelto por tu sangre loca,
la causa qne á gozarte me provoca
y ante tu carne expléndida me humilla;
no es el pliegue que forman en su orilla,
al reir, los extromos de tu boca,
ni el vello suave que tus sienes toca
y se encrespa al rozar con tu mejilla.
Es tu nariz, de linea descuidada,
de corte audaz, de artístico remate,
que agitas al sentir las oleadas
de la pasión, como el caballo bate
su rojo ollar de fosas dilatadas
al aspirar el humo del combate.
Joaquín Dicenta.
No es tu mirada, donde el fuego brilla
que va disuelto por tu sangre loca,
la causa qne á gozarte me provoca
y ante tu carne expléndida me humilla;
no es el pliegue que forman en su orilla,
al reir, los extromos de tu boca,
ni el vello suave que tus sienes toca
y se encrespa al rozar con tu mejilla.
Es tu nariz, de linea descuidada,
de corte audaz, de artístico remate,
que agitas al sentir las oleadas
de la pasión, como el caballo bate
su rojo ollar de fosas dilatadas
al aspirar el humo del combate.
Joaquín Dicenta.