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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: ......

Corría el año 1970 cuando se produjo en la provincia de Cuenca un gran incendio forestal, entre los aproximadamente 3.200 ocurridos aquel años en dicha provincia.

El vigilante Antonio Lagunas, según relató en su día Raul Vázquez paseaba alrededor de su acristalado puesto de observación, situado en una colina que dominaba una gran extensión de terreno...

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Era un día de verano, el termómetro marcaba treinta grados, y la humedad relativa del aire no pasaba del cuarenta por ciento. Fue el día 22 de Julio de 1970, y en la zona no había llovido desde hacía veintiocho días...

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Las colinas cubiertas de pinos y los valles de trigales y cebadales se extendían en una longitud de cien kilómetros. Era la época de la siega, y por todas partes las gentes del campo, con la ayuda de grandes y nuevas máquinas cosechadoras, recogían el seco y dorado producto de lo sembrado...

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El suelo aparecía cubierto por una tupida alfombra tejida de agujas de pinaza seca, y el aire era una mezcla de aromas y vaharadas de resina, formando un ambiente explosivo para el bosque...

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No sólo Lagunas, sino los 35 vigilantes del distrito forestal de Cuenca se hallaban alerta. Todos sabían que una chispa de un vehículo agrícola o un cigarrillo mal apagado podía generar un incendio en algún lugar de las setecientas mil hectáreas de bosques de la provincia...

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De repente, Lagunas vió humo. Era una nube negra que se enroscaba a unos nueve kilómetros de distancia. Inmediatamente lo enfocó con sus prismáticos, y en cuestión de segundos se hallaba en comunicación radiotelefónica con un puesto permanente de escucha en la localidad de Almodóvar del Pinar, veinte kilómetros al noroeste. En Almodóvar, la señora Elena de Mora dejó de remover la sopa que preparaba y corrió al despacho, donde la voz de Lagunas resonaba en el receptor: " ¡Atención, atención! Aquí Lagunas. veo columnas de humo negro en dirección Paracuellos, a la izquierda de lavajo de la Losa"...

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Doña Elena no tenía ni idea de dónde estaba Lavajo de la Losa. Quizá lo supiera su marido, Emiliano, uno de los 114 guardas forestales del distrito, pero estaba ayudando en la construcción de un puente para el paso de un camino forestal sobre un río. Sin embargo, ella sabía exactamente lo que tenía que hacer...

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Sin vacilar, puso en funcionamiento el puesto de enlace. Accionó un interruptor, cogió el micrófono y repitió el mensaje.
Cuarente y cinco kilómetros al norte, el mensaje fue recibido en la torre receptora principal de la provincia...

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Fue la torre receptora de San Cristobál, situada en nuna colina a cuatrocientos metros de altura sobre la ciudadde Cuenca donde se recibió el mensaje. Tan pronto como cesó de oírse la voz de doña Elena, el vigilante Marcial Real dio cuenta del mensaje desde la torre a la jefatura del distrito forestal conquense...

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El ingeniero de Montes don Francisco Gallego estaba de guardia ese día. A medianoche, su mujer y él iniciarían un mes de vacaciones que los llevaría a Roma. Entonces oyó la voz apremiante de Real en el receptor. "Parece que tendremos que aplazar las vacaciones", dijo el ingeniero a su mujer mientras corría hacia la puerta...

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El vigilante encargado del receptor en la jefatura anotó la hora en que se recibió el mensaje de Real: tres y diez de la tarde, sólo tres minutos después de que Laguna avistara el fuego...

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El humo marcaba el comienzo de uno de los mayores incendios forestales registrados en Cuenca en los últimos veinte años. Antes de que se extinguiera, tres días y noches de lucha, 1.600 hombres, algunos residentes a 150 kilómetros de distancia, se verían envueltos en la dura tarea de combatirlo...

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¿QUÉ ES UN INCENDIO FORESTAL?

Un incendio forestales algo viviente, maligno e imprevisible. A veces se desencadenan fuerzas increíbles, contra las cuales los seres humanos apenas pueden hacer algo. Pero dondequiera que suene la alarma, bien sea en Cuenca o en los espesos bosques del norte, los españoles han demostrado una increíble determinación, y valentía, en unirse a la lucha...

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El siniestro de Cuenca fue sólo uno de los muchos incendios forestales que se registraron aquel año en España afectando a unas 85.072 hectáreas, de las cuales más de 33.000 eran de arbolado, causando daños por valor de más de 587 millones de pestas...

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Aquel incendio fue también una tragedia que, con sólo pequeñas variantes, volvería a presentarse muchas veces al año. El fuego de Cuenca probablemente empezó de manera accidental (como 2l 85 por ciento de todos los siniestros de ese tipo ocurridos en España), y corresponde a un tribunal especial determinar, si ello es posible, la causa, y en su caso, la responsabilidad...

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Unas cuantas personas del campo que trabajaban con una segadora vieron surgir las llamas cerca de ellos, en un valle a setenta kilómetros al sur de Cuenca. ¿Una chispa de la máquina? ¿Una colilla? Cualquiera que fuere la causa, las llamas comenzaron a devorar el trigal. Los campesinos intentaron apagarlas con horcas y palos...

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Como se trataba de un rincón del valle, al pie de una pequeña montaña, tenían el máximo interés en sofocarlo antes de que se extendiera a las zonas llanas y destruyera toda la cosecha de trigo. En este aspecto, consiguieron su propósito...

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Pero en el fragor de la lucha no advirtieron que una estrecha lengua de fuego se deslizaba por la ladera de la colina hacia resecos arbustos y las agujas de pino. En pocos minutos, el cerro estaba ardiendo...

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Fue entonces cuando Lagunas vio el humo, señalando también por varios pilotos de los aviones que entran y salen del aeropuerto de Barajas y comunicando a la torre de control, desde donde el mensaje fue pasado a la policía y al Servicio de Incendios Forestales, del Ministerio de Agricultura. "Muchas gracias por el aviso", decía Gallego una y otra vez, contestando las llamadas procedentes de Madrid, "pero ya trabajamos en ello"...

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El ingeniero, un veterano que llevaba quince años en la lucha contra incendios forestales, telefoneó a las autoridades de los pueblos de Paracuellos, Campillo y Enguídanos, localidades situadas a unos treinta kilómetros del fuego...

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Se necesitaba gente para averiguar la extensión del siniestro y para combatirlo. Los habitantes de Campillo ya tenían noticias de lo que estaba pasando y se estaba movilizando; unas ochenta personas, en coches, motos y con la ayuda de veinticuatro tractores, dejaron sus tierras y se dirigieron al lugar del incendio...

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Mientras tanto, Gallego decidió echar un vistazo personalmente. En el garaje del distrito forestal, dos conductores de guardia habían preparado un vehículo moto-bomba de seiscientos litros para salir rápidamente. Tan pronto como otro ingeniero, don César Cebrián, llegó a la jefatura para atender las constantes llamadas telefónicas y seguir la movilización de medios, Gallego echó treinta extintores de mochila en un Land-Rover; él su conductor emprendieron la marcha, guiando el vehículo moto-bomba por las estrechas carreteras llenas de curvas hacia el lugar del fuego...

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Hora y media después llegaron a la zona del siniestro, donde más de cien voluntarios taratban de apagar las llamas con ramas de pino. El fuego se extendía rápidamente y ya había arrasado doscientas hectáreas...

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Al principio, el vehículo moto-bomba no pudo acercarse al incendio por lo abrupto del terreno, que tenía el apropiado nombre de Los Barrancos. En el lenguaje forestal se le denominaba "sucio", es decir, que estaba poblado de matojos y agujas de pino, todo ello muy combustible...
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
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La razón principal de esta situación estribaba en el hecho de que el terreno era de propiedad privada, abandonado por sus propietarios porque la baja calidad del pino hacía la explotación poco rentable. En bosques propiedad del Estado o de los municipios, los Servicios Forestales limpiaban la tierra de matas, malas hierbas y hojas, y abren anchos contrafuegos entre los árboles...