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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: ......

PINTURAS RUPESTRES.

Magníficamente realizadas e increíblemente remotas, estas grandes obras de arte son un enigma tentador que encubre el alma de nuestros más antiguos antepasados, así como también lo hacen los restos encontrados bajo el suelo del Cerro de la Virgen de la Cuesta, en nuestro pueblo: Alconchel de la Estrella...

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Esta historia verídica sucedió una tarde del verano del año 1879 cuando un aficionado a la arqueología, Marcelino S. de Sautuola, estaba escarbando arrodillado a la entrada de la recien descubierta cueva de Altamira, cerca de Santillana del Mar, en la costa cantábrica, cuando de una sala lateral llegó el apagado grito de su hija María de nueve años de edad...

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La niña llamaba a su padre, y este alarmado, tiró el pico y entró precipitadamente en la cueva, donde encontró a la pequeña que, excitadísima, señalaba el techo. Alzando la linterna, a Sautuola se le erizó el cabello al descubrir no toros, como decía la niña, sino bisontes prehistóricos, magníficamente pintados con los colores marrón, rojo, amarillo, y negro...

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En realidad, el techo de la sala de unos dieciocho metros de largo por nueve de ancho, estaba lleno de estas lanudas bestias, diecisiete de ellas en posturas realmente reales: de pie, escarbando, echadas, durmiendo, enrroscadas, bramnado, revolcándose en el povo o agonizando de heridas de lanza, entre jabalíes de feroz acometida, un caballo, una cierva y un lobo....

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Tras explorar un poco más el laberinto, descubrieron docenas de otros animales pintados y grabados, entre ciervos de pródiga cornamenta, uros, un león cavernario y peludo mamut...

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Para aquel que no lo sepa he de aclarar que, el Uro era un bóvido salvaje muy parecido al toro, pero de mayor tamaño, cuya especie se extinguió allá por el año 1620 aproximadamente...

La mayoría de los animales allí representados con tanto realismo se habían extinguido o habían desaparecido de la Europa occidental hacía siglos. Los artefactos que él mismo sacó a la entrada de la cueva en anteriores visitas databan del paleolítico, o Edad de la Piedra Tallada, que había terminado con la fusión del último de los grandes glaciares, unos cien siglos antes de Cristo...

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Sautuola dio la noticia de sus hallazgos en un modesto pamfleto que, junto con reproducciones de las pinturas, presentó a un congreso de arqueología prehistórica reunido en Lisboa el año 1880...

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El congreso los tachó inmediatamente de falsos. Según los eruditos, jamás hubieran podido unos salvajes, apenas salidos de la condición simiesca, crear un arte de tal valor estético. Acusaron a Sautuola de haber falsificado las pinturas, y después de ver impugnado su honor, el orgulloso español murió, ridiculizado por los sabios, el año 1888...

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En 1902 vistó las cuevas de Altamira el joven clérigo HenriBreuil, a quien llamaron después "el sacerdote de las cavernas pintadas". En el suelo se encontraron, petrificados, huesos de bestias sobre los que había grabadas figuras de animales, intactas durante milenios y casi idénticas a las del techo. Ya no cabía duda de que estas últimas eran autébticas. La cueva de Altamira fue aclamada como la "Capilla Sixtina del Paleolítico"...

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En las décadas que han transcurrido desde entonces se han descubierto más de cien grutas con pinturas paleolíticas, grabados y esculturas, en el norte de España, en los Pirineos franceses y en la Dordoña, al norte de la zona anterior; así como unas cuantas en el sur de Italia y en los montes Urales. Pero ninguna de esas pinturas rupestres son tan loznas ni tan grandiosas como las magistrales figuras de Altamira...

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En 1940 unos escolares que se encontraban en las cercanías de Lascaux (Francia) se deslizaron por una oquedad de piedra hasta una caverna que resultó ser un verdadero museo de animales prehistóricos...
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
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Entre las vivaces figuras de este Louvre del arte paleolítico se cuentan toros prodigiosos de cuatro a cinco metros de longitud, équidos galopantes, un friso magnífico de ciervos astados que parecen cruzar a nado un río delicados caballos "chinos" (asi llamados porque se parecen a los de la dinastía Tang) de colores amarillos y negro, un alce gigante de cuerna surrealista y un mítico monstruo cuyo cuerpo se diría de hipopótamo, al cual, a pesra de tener dos largos y rectos cuernos en su cabeza ... (ver texto completo)