De este autor he leido "Padres e Hijos" pero hace muchooooooooooooooooooooos años.
Los autores rusos pasaron al final de la biblioteca.
Los autores rusos pasaron al final de la biblioteca.
Hola Cuenka. Yo continúo con Relatos de un cazador en que llegado un punto me encuentro con "El médico rural" que comienza así:
"Una vez en otoño, y de regreso de un campo alejado de la aldea, hube de coger una fiebre y caí enfermo. Por suerte que me ocurrió eso en una ciudad, cabeza de partido, en la posada; y mandé por un médico...
"Una vez en otoño, y de regreso de un campo alejado de la aldea, hube de coger una fiebre y caí enfermo. Por suerte que me ocurrió eso en una ciudad, cabeza de partido, en la posada; y mandé por un médico...
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Al cabo de media hora, presentóse allí el médico del distrito, hombre bajo de estatura, enjuto y pelinegro. Recetóme el consabido sudorífico, ordenó que me pusieran sinapismos, dejóse muy hábilmente meter en la manga un billetito de cinco rublos..., tosiendo y volviendo la vista a otra parte, cuando de pronto cambió de parecer y se quedó. El calor me ahogaba; contaba ya con pasar una noche de insomnio, y me alegré de poder charlar con aquel buen hombre....
Al cabo de media hora, presentóse allí el médico del distrito, hombre bajo de estatura, enjuto y pelinegro. Recetóme el consabido sudorífico, ordenó que me pusieran sinapismos, dejóse muy hábilmente meter en la manga un billetito de cinco rublos..., tosiendo y volviendo la vista a otra parte, cuando de pronto cambió de parecer y se quedó. El calor me ahogaba; contaba ya con pasar una noche de insomnio, y me alegré de poder charlar con aquel buen hombre....
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Sirviéronle té. Y mi doctor soltó la lengua. No tenía pelo de tonto, se expresaba bien y con bastante desparpajo. Suceden en este mundo cosas muy raras; convives a veces largo tiempo con otro, mantienes con él un trato amistoso y, sin embargo, ni una sola vez le hablas con franqueza, con el corazón en la mano, y otras veces apenas acabas de conocer a una persona, y en seguida ya le estás o te está él a ti haciendo las confesiones más íntimas, como si te confesaras...
Sirviéronle té. Y mi doctor soltó la lengua. No tenía pelo de tonto, se expresaba bien y con bastante desparpajo. Suceden en este mundo cosas muy raras; convives a veces largo tiempo con otro, mantienes con él un trato amistoso y, sin embargo, ni una sola vez le hablas con franqueza, con el corazón en la mano, y otras veces apenas acabas de conocer a una persona, y en seguida ya le estás o te está él a ti haciendo las confesiones más íntimas, como si te confesaras...