Me explicaba un amigo mío que, estando en Madrid por cuestiones de trabajo, se encontró en el ascensor del hotel donde se hospedaba, a solas con el ascensorista y se creyó obligado a decir algo.
"El tiempo parece un poco nublado" dijo indeciso.
El ascensorista, continuó diciendo, impecablemente uniformado, no se dió por enterado y mi amigo insistió diciéndole:
" ¿Cree usted que lloverá?"
Nuevamente silencio, hasta que al abrirse la puerte, una vez llegado a su piso, el ascensorista le dijo con mucha educación:
"Señor, no tengo inconveniente en comentar cualquier tema de importancia. Pero me niego a hablar de los caprichos de la naturaleza.
"El tiempo parece un poco nublado" dijo indeciso.
El ascensorista, continuó diciendo, impecablemente uniformado, no se dió por enterado y mi amigo insistió diciéndole:
" ¿Cree usted que lloverá?"
Nuevamente silencio, hasta que al abrirse la puerte, una vez llegado a su piso, el ascensorista le dijo con mucha educación:
"Señor, no tengo inconveniente en comentar cualquier tema de importancia. Pero me niego a hablar de los caprichos de la naturaleza.
El cirujano que operó a una amiga mía le preguntó dos días después:
- ¿No estuvo del todo mal, verdad?
Cuando mi amiga le aseguró que, efectivamente la intervención había resultado satisfactoria, él respiró aliviado, y dijo:
_ Me alegro. Ami me van a operar de los mismo el mes que viene.
- ¿No estuvo del todo mal, verdad?
Cuando mi amiga le aseguró que, efectivamente la intervención había resultado satisfactoria, él respiró aliviado, y dijo:
_ Me alegro. Ami me van a operar de los mismo el mes que viene.