LGOV. De relatos de un Cazador.
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Aunque para el verdadero cazador, el pato salvaje no tiene ningún atractivo especial, a falta de otra cosa, por el momento -estábamos a principios de septiembre; todavía no habían venido las chochas, y no me hacía gracia correr por esos campos detrás de las perdices-, accedí a la proposición de Yermolai y me encaminé con él a Lgov...
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Aunque para el verdadero cazador, el pato salvaje no tiene ningún atractivo especial, a falta de otra cosa, por el momento -estábamos a principios de septiembre; todavía no habían venido las chochas, y no me hacía gracia correr por esos campos detrás de las perdices-, accedí a la proposición de Yermolai y me encaminé con él a Lgov...
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Es Logv una aldea en medio de la estepa, con una iglesia antiquísima de piedra y dos molinos sobre el pantanosos río Rosote. Dicho río, a cinco verstas de Logv, conviértese en una ancha laguna, en cuyas márgenes, y también acá y allá en su promedio, crecen espesos juncales. Pues bien: en esa laguna, en recoveco entre al juncalera, rebúllese una multitud incontable de patos de todas las castas posibles; ánades, cercetas, garzas, etc...
Es Logv una aldea en medio de la estepa, con una iglesia antiquísima de piedra y dos molinos sobre el pantanosos río Rosote. Dicho río, a cinco verstas de Logv, conviértese en una ancha laguna, en cuyas márgenes, y también acá y allá en su promedio, crecen espesos juncales. Pues bien: en esa laguna, en recoveco entre al juncalera, rebúllese una multitud incontable de patos de todas las castas posibles; ánades, cercetas, garzas, etc...
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Un pequeño bandorevoloteaba y se detenía sobre el agua, y a los primeros tiros levantábanse otros en tal número, que involuntariamente el cazador llevábase la mano a la gorra y exclamaba admirado:
- ¡Qué barbaridad!...
Un pequeño bandorevoloteaba y se detenía sobre el agua, y a los primeros tiros levantábanse otros en tal número, que involuntariamente el cazador llevábase la mano a la gorra y exclamaba admirado:
- ¡Qué barbaridad!...
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Yo, en compañía de Yermolai, caminaba a lo largo de la orilla; pero, en primer lugar, el pato no se posa nunca en la misma orilla, pues es muy cauto, y en segundo, aun suponiendo que alguna que otra inexperta cerceta rezagada se expusiese a nuestros tiros y perdiese la vida, no habrían podido nuestros perros sacarla de entre los intricados juncales, y pese a la más noble abnegación, no habrían podido nadar ni llegar hasta el fondo, y se habrían partido inútilmente sus preciosos hocicos con las agudas puntas de aquellas cañas...
Yo, en compañía de Yermolai, caminaba a lo largo de la orilla; pero, en primer lugar, el pato no se posa nunca en la misma orilla, pues es muy cauto, y en segundo, aun suponiendo que alguna que otra inexperta cerceta rezagada se expusiese a nuestros tiros y perdiese la vida, no habrían podido nuestros perros sacarla de entre los intricados juncales, y pese a la más noble abnegación, no habrían podido nadar ni llegar hasta el fondo, y se habrían partido inútilmente sus preciosos hocicos con las agudas puntas de aquellas cañas...