...
El maldito "doshanik" fluctuaba débilmente bajo nuestros pies. En el primer momento antojósenos el agua suammente fría; pero luego nos atemperamos. Pasado el primer susto, giré la vista en torno mío, y a unos diez pasos de distancia se erguía la juncalera; a los lejos, en las alturas, vislumbrábase la orilla." ¡Malo!", me dije...
El maldito "doshanik" fluctuaba débilmente bajo nuestros pies. En el primer momento antojósenos el agua suammente fría; pero luego nos atemperamos. Pasado el primer susto, giré la vista en torno mío, y a unos diez pasos de distancia se erguía la juncalera; a los lejos, en las alturas, vislumbrábase la orilla." ¡Malo!", me dije...