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Acabamos de terminar la lectura del cuarto libro del Pentateuco, los Números y nos disponemos a comenzar con el quinto y último, el Deuteronomio. Nos gusta ir despacio. Imagino que pasarán tres años antes de terminar ambos Testamentos, pero... ¿Qué importa? La mera lectura de la Biblia nos sumerge en un mundo de eternidad en el que la noción del tiempo no tiene sentido.
Acabamos de terminar la lectura del cuarto libro del Pentateuco, los Números y nos disponemos a comenzar con el quinto y último, el Deuteronomio. Nos gusta ir despacio. Imagino que pasarán tres años antes de terminar ambos Testamentos, pero... ¿Qué importa? La mera lectura de la Biblia nos sumerge en un mundo de eternidad en el que la noción del tiempo no tiene sentido.