¿POR DÓNDE EMPEZAMOS a hablar de la historia de la actuación? No cabe duda de que siempre hemos representado un papel; es un instinto natural. Algunos lo hacen mejor que otros, pero todos lo hacemos. El niño actúa teatralmente cuando juega. Y llora cuando el llanto está en su guión; se congracia con la gente para evitar censuras; sonríe cuando siente que es necesario sonreír; sabe prever qué reacciones esperamos de él. Busquemos tras esos ojos que dan al espectador la risa que este espera, y veremos en esa mirada el velo del actor. Todos, en alguna época de nuestra vida, hemos sido actores; y muchos aún seguimos representando papeles: el de político, el de galán rico, el de cardenal o el de rey. Nos ponemos las ropas y los disfraces que hemos diseñado para nosotros mismos, y luego personificamos las fantasías de otras personas. (Laurence Olivier)