Pero en mitad de la tempestad, Anna se armó de coraje y decidió tener el hijo. La cosa no quedó ahí porque además tuvo la brillante de idea de escribirle una carta al Papa Francisco relatándole su situación pero sin apenas esperanzas de recibir respuesta. Y prueba de ello fue que se marchó de Roma para marcharse de vacaciones a casa de sus padres en Gallipoli.
Lo que Anna no sabía eran las buenas noticias que le aguardaban en su regreso a Roma tras las vacaciones. Hace unos días –el martes– recibió la mayor de las sorpresas: alrededor de las cuatro de la tarde, su teléfono sonó. “Vi que me llamaban de un número fijo de Roma que no conocía”. La joven respondió y se quedó sin palabras cuando su interlocutor le dijo que era el Papa Francisco, asegura Anna. “Al principio pensaba que se trataba de una broma, pero luego él empezó a relatarme paso por paso el contenido de la carta. Sólo entonces comencé a creérmelo”, afirma...
Lo que Anna no sabía eran las buenas noticias que le aguardaban en su regreso a Roma tras las vacaciones. Hace unos días –el martes– recibió la mayor de las sorpresas: alrededor de las cuatro de la tarde, su teléfono sonó. “Vi que me llamaban de un número fijo de Roma que no conocía”. La joven respondió y se quedó sin palabras cuando su interlocutor le dijo que era el Papa Francisco, asegura Anna. “Al principio pensaba que se trataba de una broma, pero luego él empezó a relatarme paso por paso el contenido de la carta. Sólo entonces comencé a creérmelo”, afirma...