Casi todo lo que en realidad se necesita saber sobre cómo vivir, qué hacer y cómo ser lo aprendí en el jardín de niños, me decía una amiga. La sabiduría no estaba en la cumbre de la montaña universitaria, sino ahí, en una caja llena de arena.
El el jardín de niños, decía, aprendí todo esto: a compartirlo todo; a jugar sin hacer trampa; a no golpear a la gente; a poner las cosas en el sitio de donde las ha tomado uno; a limpiar lo que uno mismo ensucia; a no tomar nada que no nos pertenezca; a pedir disculpas cuando se ha lastimado a alguien; a lavarme las manos antes de comer; a llevar una vida armoniosa; a aprender algo, y pensar algo, y a dibujar, cantar, bailar jugar y trabajar un poco cada día...
El el jardín de niños, decía, aprendí todo esto: a compartirlo todo; a jugar sin hacer trampa; a no golpear a la gente; a poner las cosas en el sitio de donde las ha tomado uno; a limpiar lo que uno mismo ensucia; a no tomar nada que no nos pertenezca; a pedir disculpas cuando se ha lastimado a alguien; a lavarme las manos antes de comer; a llevar una vida armoniosa; a aprender algo, y pensar algo, y a dibujar, cantar, bailar jugar y trabajar un poco cada día...