ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: ......

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7ª Regla- La infidelidad envenena el amor.

"Lo que mi pareja no sabe no puede dañarle", es una falaz justificación para incurrir en relaciones extraconyugales. Aun si ello no conduce al divorcio, una aventura amorosa puede dañar permanentemente el vínculo conyugal, ya que constituye una violación flagrante del compromiso matrimonial...

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Cuando respetamos nuestros votos matrimoniales, generalmente, nos sentimos a gusto con nosotros mismos, pero cuando actuamos con doblez, secretamente sabemos, y sentimos faltos de carácter. Recordemos, además que no podemos amar a otra persona si antes no nos amamos a nosotros mismos...

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8ª Regla -Quien ama no hace acusaciones.

Antes de casarnos, la mayoría de los adultos tomamos la vida como viene. Si todo sale bien, sentimos que es porque hemos tomado las decisiones correctas. Cuando no sucede así, comprendemos que esto también es resultado de nuestras propias acciones...

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Luego nos casamos. Si no tenemos tacto, empezamos a lanzar acusaciones a nuestra pareja: "Tú tienes la culpa de que yo sea infeliz", por ejemplo...

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Los cónyuges solemos ser, por desgracia, los chivos expiatorios más a la mano. Es más fácil encontrar fallas en lo que él o ella están haciendo, que examinar cómo nosotros mismos hemos creado nuestra propia infelicidad...

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Pienso que una cosa muy interesante sería evitar caer en la trampa de las acusaciones, y adoptar en su lugar una actitud más positiva en nuestro matrimonio... y en la vida ¡cómo no!
Cuanta más responsabilidad asumamos por la calidad de nuestra vida, más felices seremos en compañía de nuestras parejas o amigos...

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9ª Regla- El amor no es egoísta. En tanto que el amor maduro requiere de un equilibrio entre el dar y el recibir, la generosidad espontánea es la esencia del amor.
El verdadero amor exige que pongamos en segundo lugar nuestras necesidades, y que respondamos a las de nuestra pareja; no infinita ni unilateralmente, pero sí a menudo. De hecho, nos sentimos más enamorados cuando damos que cuando recibimos algo de nuestro compañero o de nuestra compañera...
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
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La costumbre de dar es contagiosa. Fomenta la reciprocidad. Pero, ¡cuidado!: no dé para recibir, pues eso no es amor. Tampoco se debe dar interminablemente a un cónyuge que se aprovecha de los sentimientos del otro. Los matrimonios más realizados son aquellos en que ambos cónyuges dan el ciento por ciento... ¡y reciben, a cambio, el ciento por ciento!...