¡QUINS LLADRES CO..... NS!
LA GACETA INT.
"ESCANDALOSAS INDEMNIZACIONES
La troika directiva que se 'llevó la pasta' de Caixa Catalunya
9 COMENTARIOS XAVIER HORCAJO
Análisis de todos los disparates gestados por los tres máximos responsables de su hundimiento, que ha costado a los españoles más de 12.500 millones de euros.
Los tres máximos responsables del hundimiento de Caixa Catalunya, que ha costado de momento a los españoles más de 12.500 millones de euros, recibieron por su labor un premio de unos 23 millones de euros, entre indemnizaciones y pensiones, después de actuar irresponsablemente y haber gestado, durante los últimos diez años, todos los disparates que produjeron la quiebra de la entidad. El equipo de alta dirección de Caixa Catalunya en esa década prodigiosa estuvo compuesto por Josep M. Loza como director general, y justo debajo, dos directores generales adjuntos, Josep M. Alentorn y Lluís Gasull. Loza y Alentorn cesaron en el primer trimestre de 2008, cuando entró un nuevo equipo directivo liderado por Adolf Todó. Gasull continuó en su cargo hasta la fusión de las cajas de Catalunya, Tarragona y Manresa a mediados de 2010.
La escandalosa indemnización que recibió Josep M. Loza, de manos de su presidente, Narcís Serra, en febrero de 2008, por un monto total de 10,6 millones de euros, pensiones incluidas, fue un secreto pero ahora ya es bien conocida y fue denunciada hace mucho tiempo en estas páginas de LA GACETA.
Gracias a la reciente denuncia del fiscal anticorrupción de Cataluña, sabemos ahora que la indemnización que recibió Lluís Gasull con su cese fue nada más y nada menos que 7.478.301 euros. Es decir, entre Loza y Gasull, el premio a su aportación tóxica de introducción de riesgo inmobiliario contra la solvencia de la entidad, fue de más de 18 millones de euros.
Fuentes conocedoras de las interioridades financieras de Caixa Catalunya cifran la indemnización y pensiones que percibió Josep M. Alentorn, de acuerdo con su edad –era seis años mayor que sus otros dos compañeros y, por tanto, prácticamente sólo recogió abultadas pensiones– se situó, como mínimo, en los 5 millones de euros.
Por tanto, la troika directiva que hundió a buen ritmo, durante toda una década 1998-2008, Caixa Catalunya, a parte de sus cuantiosos salarios anuales, se llevó como botín final conjunto de más de 23 millones de euros.
De hecho, Josep M. Loza y Lluís Gasull fueron los máximos responsables ejecutivos de la deriva inmobiliaria que intoxicó ladrillos todos y cada uno de los epígrafes del balance de Caixa Catalunya.
Gasull era el principal ejecutivo que, en el aparato directivo, promovía y supervisaba todas las operaciones de Procam, el holding inmobiliario, con más de 40 sociedades compartidas con grandes promotores por toda España, incluso fuera de ella, en Portugal y Polonia.
Muchas otras cajas cometieron similares desatinos, pero pocas fueron tan especialmente inconscientes como Caixa Catalunya durante los cuatro años antes del crack inmobiliario. El ex presidente de la entidad, Antoni Serra Ramoneda, lo sintetizó en una de las comisiones de investigación sobre las cajas catalanas que ahora mismo se está sucediendo en el Parlament catalán. Entre el 2005 y el 2008 Caixa Catalunya dobló su inversión inmobiliaria, justo en el preciso momento en que otras entidades levantaban el pie del acelerador. En este periodo el Banco de Sabadell vendió su holding inmobiliario, Landscape, y La Caixa hizo lo propio con Colonial.
En este subidón tardío y desaforado de ladrillos, Serra Ramoneda ya no estaba. Esta aceleración final hacia el abismo la protagonizaron el nuevo presidente, Narcís Serra, junto con Josep M. Loza y Lluís Gasull de estrategas.
El daño causado por esta extremada exposición al ladrillo no fue tanto por la concesión de hipotecas a clientes particulares, sino por la participación en forma de capital en mastodónticas financiaciones corporativas, con inversiones de muchos centenares de millones de euros en grandes promotores de toda España, que luego recibían doble financiación por parte de la caja, fue letal.
Sin olvidar que después, desde 2008 en adelante, el nuevo director general –que entró para arreglar este desaguisado– Adolf Todó (cesado hace pocos meses por el FROB), aplicó la política de huida hacia adelante. Su medicina fue veneno. Compró todas las participaciones compartidas con grandes promotores –mediante daciones en pago– y las financió en el balance de Caixa Catalunya a precios totalmente irreales y fuera de mercado. El efecto práctico de este maquillaje contable, del que algún día quizá alguien le pida responsabilidades, dobló el agujero preexistente de Caixa Catalunya...
LA GACETA INT.
"ESCANDALOSAS INDEMNIZACIONES
La troika directiva que se 'llevó la pasta' de Caixa Catalunya
9 COMENTARIOS XAVIER HORCAJO
Análisis de todos los disparates gestados por los tres máximos responsables de su hundimiento, que ha costado a los españoles más de 12.500 millones de euros.
Los tres máximos responsables del hundimiento de Caixa Catalunya, que ha costado de momento a los españoles más de 12.500 millones de euros, recibieron por su labor un premio de unos 23 millones de euros, entre indemnizaciones y pensiones, después de actuar irresponsablemente y haber gestado, durante los últimos diez años, todos los disparates que produjeron la quiebra de la entidad. El equipo de alta dirección de Caixa Catalunya en esa década prodigiosa estuvo compuesto por Josep M. Loza como director general, y justo debajo, dos directores generales adjuntos, Josep M. Alentorn y Lluís Gasull. Loza y Alentorn cesaron en el primer trimestre de 2008, cuando entró un nuevo equipo directivo liderado por Adolf Todó. Gasull continuó en su cargo hasta la fusión de las cajas de Catalunya, Tarragona y Manresa a mediados de 2010.
La escandalosa indemnización que recibió Josep M. Loza, de manos de su presidente, Narcís Serra, en febrero de 2008, por un monto total de 10,6 millones de euros, pensiones incluidas, fue un secreto pero ahora ya es bien conocida y fue denunciada hace mucho tiempo en estas páginas de LA GACETA.
Gracias a la reciente denuncia del fiscal anticorrupción de Cataluña, sabemos ahora que la indemnización que recibió Lluís Gasull con su cese fue nada más y nada menos que 7.478.301 euros. Es decir, entre Loza y Gasull, el premio a su aportación tóxica de introducción de riesgo inmobiliario contra la solvencia de la entidad, fue de más de 18 millones de euros.
Fuentes conocedoras de las interioridades financieras de Caixa Catalunya cifran la indemnización y pensiones que percibió Josep M. Alentorn, de acuerdo con su edad –era seis años mayor que sus otros dos compañeros y, por tanto, prácticamente sólo recogió abultadas pensiones– se situó, como mínimo, en los 5 millones de euros.
Por tanto, la troika directiva que hundió a buen ritmo, durante toda una década 1998-2008, Caixa Catalunya, a parte de sus cuantiosos salarios anuales, se llevó como botín final conjunto de más de 23 millones de euros.
De hecho, Josep M. Loza y Lluís Gasull fueron los máximos responsables ejecutivos de la deriva inmobiliaria que intoxicó ladrillos todos y cada uno de los epígrafes del balance de Caixa Catalunya.
Gasull era el principal ejecutivo que, en el aparato directivo, promovía y supervisaba todas las operaciones de Procam, el holding inmobiliario, con más de 40 sociedades compartidas con grandes promotores por toda España, incluso fuera de ella, en Portugal y Polonia.
Muchas otras cajas cometieron similares desatinos, pero pocas fueron tan especialmente inconscientes como Caixa Catalunya durante los cuatro años antes del crack inmobiliario. El ex presidente de la entidad, Antoni Serra Ramoneda, lo sintetizó en una de las comisiones de investigación sobre las cajas catalanas que ahora mismo se está sucediendo en el Parlament catalán. Entre el 2005 y el 2008 Caixa Catalunya dobló su inversión inmobiliaria, justo en el preciso momento en que otras entidades levantaban el pie del acelerador. En este periodo el Banco de Sabadell vendió su holding inmobiliario, Landscape, y La Caixa hizo lo propio con Colonial.
En este subidón tardío y desaforado de ladrillos, Serra Ramoneda ya no estaba. Esta aceleración final hacia el abismo la protagonizaron el nuevo presidente, Narcís Serra, junto con Josep M. Loza y Lluís Gasull de estrategas.
El daño causado por esta extremada exposición al ladrillo no fue tanto por la concesión de hipotecas a clientes particulares, sino por la participación en forma de capital en mastodónticas financiaciones corporativas, con inversiones de muchos centenares de millones de euros en grandes promotores de toda España, que luego recibían doble financiación por parte de la caja, fue letal.
Sin olvidar que después, desde 2008 en adelante, el nuevo director general –que entró para arreglar este desaguisado– Adolf Todó (cesado hace pocos meses por el FROB), aplicó la política de huida hacia adelante. Su medicina fue veneno. Compró todas las participaciones compartidas con grandes promotores –mediante daciones en pago– y las financió en el balance de Caixa Catalunya a precios totalmente irreales y fuera de mercado. El efecto práctico de este maquillaje contable, del que algún día quizá alguien le pida responsabilidades, dobló el agujero preexistente de Caixa Catalunya...