Este Otoño, como casi todos los otoños, comprende la lenta lucha de la naturaleza y equivale a noches oscuras, que parecen no terminar nunca, a campos desiertos, a bosques tristes y silenciosos, donde de vez en cuando se oye el sonido de la lenta caída de la hojas al compás de un dulce vals insonoro. Equivale a ríos, a barro y tormentas que aplacan inmisericordes el polvo de los barbechos y caminos, que el verano dejó...
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Pero más desoladores que en tierra alguna, son los otoños en los hogares donde sus habitantes no han de salir de casa a una hora determinada para acudir al trabajo, porque, simplemente, ni hay ni se le espera.
Son estas familias como algunos campos, que después del corto verano, parecen campos de batalla, abandonados. En esos Otoños, sólo pueden considerarse dichosos los que tienen un rincón, los que tienen hogar, familia, y un trabajo digno.
Pero más desoladores que en tierra alguna, son los otoños en los hogares donde sus habitantes no han de salir de casa a una hora determinada para acudir al trabajo, porque, simplemente, ni hay ni se le espera.
Son estas familias como algunos campos, que después del corto verano, parecen campos de batalla, abandonados. En esos Otoños, sólo pueden considerarse dichosos los que tienen un rincón, los que tienen hogar, familia, y un trabajo digno.