Este Correo también me lo envió un amigo, y también quiero compartirlo con todos vosotros:
"HAWAII, DESCUBRIMIENTO ESPAÑOL.
Se acaba de abrir en el Museo Naval la exposición de Blas de Lezo.
Un aspecto notable de la exposición ha sido la negativa del Museo Naval de Greenwich a ceder para ella el retrato de Edward Vernon, el gran almirante derrotado en Cartagena de Indias por nuestro marino.
Es decir, los británicos continúan observando la prohibición total de su rey Jorge II de hablar, o permitir que se hable, de la mayor derrota de la historia de Inglaterra.
Recordemos que la flota de Vernon era la mayor de la historia, hasta la del desembarco en Normandía: más de 190 naves. Lezo disponía de solamente 6 navíos que usó en posiciones defensivas del acceso a la plaza.
Los ingleses atacaron con cerca de 30.000 hombres, contra 3.000 defensores españoles. Se volvieron a Jamaica con 6.000 muertos y 7.500 heridos, por 800 y 1.200 españoles respectivamente.
Lo más importante: La derrota impidió a Inglaterra usar de su ventaja en el mar para tomar el Imperio Español. Renunciaron a sus planes sobre Veracruz y su extensión por tierra.
Los organizadores de la muestra han desplegado una reproducción del retrato de Vernon de Greenwich a tamaño natural, jejeje…
Ahora asoma un escándalo del mismo porte: Los viajes, y los “descubrimientos” del capitán James Cook, se basaron en gran parte en información tomada a España y nunca acreditada.
De Fernández de Quirós, su utopía de las Indias Australes, y sus viajes, deberíamos los españoles saber más. Y todos sabíamos que España conocía las Hawaii, pero esto arroja nueva luz sobre el tema: ¡Cook sabía adónde iba!
¡Ah! Por si acaso alguien se confunde… Guillermo Ortelius (1627-1698) fue un cartógrafo flamenco, de Amberes, por tanto español, igual que todos deberíamos recordar del pintor Rubens…
"HAWAII, DESCUBRIMIENTO ESPAÑOL.
Se acaba de abrir en el Museo Naval la exposición de Blas de Lezo.
Un aspecto notable de la exposición ha sido la negativa del Museo Naval de Greenwich a ceder para ella el retrato de Edward Vernon, el gran almirante derrotado en Cartagena de Indias por nuestro marino.
Es decir, los británicos continúan observando la prohibición total de su rey Jorge II de hablar, o permitir que se hable, de la mayor derrota de la historia de Inglaterra.
Recordemos que la flota de Vernon era la mayor de la historia, hasta la del desembarco en Normandía: más de 190 naves. Lezo disponía de solamente 6 navíos que usó en posiciones defensivas del acceso a la plaza.
Los ingleses atacaron con cerca de 30.000 hombres, contra 3.000 defensores españoles. Se volvieron a Jamaica con 6.000 muertos y 7.500 heridos, por 800 y 1.200 españoles respectivamente.
Lo más importante: La derrota impidió a Inglaterra usar de su ventaja en el mar para tomar el Imperio Español. Renunciaron a sus planes sobre Veracruz y su extensión por tierra.
Los organizadores de la muestra han desplegado una reproducción del retrato de Vernon de Greenwich a tamaño natural, jejeje…
Ahora asoma un escándalo del mismo porte: Los viajes, y los “descubrimientos” del capitán James Cook, se basaron en gran parte en información tomada a España y nunca acreditada.
De Fernández de Quirós, su utopía de las Indias Australes, y sus viajes, deberíamos los españoles saber más. Y todos sabíamos que España conocía las Hawaii, pero esto arroja nueva luz sobre el tema: ¡Cook sabía adónde iba!
¡Ah! Por si acaso alguien se confunde… Guillermo Ortelius (1627-1698) fue un cartógrafo flamenco, de Amberes, por tanto español, igual que todos deberíamos recordar del pintor Rubens…
MÁS CULTURA RECIBIDA PARA COMPARTIR.
" Cultura
Un naufragio pone en evidencia la historia oficial de los viajes de Cook.
jesús garcía calerocaleroje/ madrid
ABC. Día 30/09/2013 - 10.27h
La cartografía española capturada en Manila, y recopilada por Alexander Dalrymple, aporta nuevos elementos para reivindicar el pasado español de Hawái.
Biblioteca nacional.
El pasado español de las Hawái, mal conocido y sistemáticamente obviado por la historiografía anglosajona, cobra actualidad de la mano de un investigador que ultima un relato documentado que cambiará elementos importantes de lo que conocemos sobre la preparación de los viajes de James Cook, entre otras cosas de cómo consiguió la información que le llevó al «descubrimiento» de Hawái después de 250 años de navegación española por esas aguas, cuyo legado aún no se conoce bien.
La investigación del abogado José María Lancho arranca en un juzgado de Hawái. Una vez más, los restos de un naufragio significan demasiado, mucho más de lo que querrían los cazatesoros. La compañía Kohala Coast Enterprises (KCE), afirma haber hallado el 23 de noviembre de 2011 lo que sin duda es un pecio de origen español y ha pedido al juez que mantenga en secreto el lugar y le otorge exclusivos derechos de explotación. Pero en una carta a Gary Crothers, consejero delegado de KCE, la agencia estadounidense para el océano (NOAA) le advierte de que EE. UU. debe cooperar con los Gobiernos sobre la excavación de sus naufragios: «Entendemos por su último email que está especialmente preocupado por la posibilidad de consultar o cooperar con el Gobierno de España». Parece increíble.
El abogado se puso a investigar y halló un asunto cultural de mayor profundidad, como son las zonas de sombra que rodean los «descubrimientos» de Cook. El marino es, merecidamente, un mito naval, pero el aura intocable no se compadece con los documentos que José María Lancho ha podido encajar como un puzzle. Y la arqueología puede estar a punto de poner en evidencia lo que la historiografía nunca quiso alumbrar y que se resume así: 1) que la cartografía española guardada en Manila y tomada por los Ingleses en 1762 hizo posible que el «Endeavour» navegase directamente hacia sus grandes objetivos en un mar desconocido, confirmando la tesis del historiador Agustín Rodríguez González; y 2) que hubo una persona fundamental, que fue Alexander Dalrymple, quien proporcionó a Cook los mapas y preparó el viaje, desde mucho antes de que el Almirantazgo lo eligiera.
«De la misma forma que Drake solo pudo dar la vuelta al mundo utilizando pilotos españoles secuestrados, como afirma Rodríguez González, sin la toma de Manila habrían sido imposibles los viajes de Cook», opina Lancho, que ha podido analizar escritos apenas tenidos en cuenta por la historiografía inglesa. En 1767, un año antes del viaje, Dalrymple se compara a Colón y Magallanes, sus modelos, admite que la exploración del Pacífico es su pasión y su dedicación desde 1759 y también que «adquirió, entre los españoles, algunos papeles muy valiosos, e indicios de autores españoles en la materia, cuyas obras también se procuró», según confiesa hablando de sí mismo en tercera persona. Dalrymple había estado en Manila, llegando a ser gobernador, y llevaba mucho tiempo recopilando información desconocida para los británicos y tenía más experiencia que nadie, por lo que se postula para capitanear el viaje. Pero el Almirantazgo precisaba para la empresa un héroe limpio, sin sospechas de espionaje, ni de deudas intelectuales con una potencia enemiga. Ese iba a ser Cook, que aún no era ni teniente.
Para Lancho, Dalrymple es la clave, «sin él no habría Cook, es el héroe olvidado, el auténtico factor que hizo posible el imperio británico del s. XIX. Desplazó el conocimiento de dos siglos y medio de experiencia geográfica, marítima y antropológica de Manila a una potencia emergente». Su desencanto fue evidente al ver a Cook al frente de la expedición, puesto que reconoce que era un empleo «deseado», pero deja constancia un año antes del viaje, en 1767, de su valiosa recopilación, sin la cual la empresa corría el riesgo de repetir el papel de Wallis y Anson. La publicación de las instrucciones secretas del Almirantazgo a Cook y la evidencia documentada de que los mapas españoles habían gestado el viaje e iban en la biblioteca del «Endeavour» hacen irrelevante la misión científica «tapadera» que fue la observación de un tránsito de Venus. El objetivo era situar el continente austral y el interés, por tanto, político.
Un español, Fernandez de Quirós, había reivindicado su hallazgo y tanto Henry Hudson como el propio Dalrymple dieron crédito a su relato. La historia oficial reconoce -según Lancho- a Cook todo el mérito, ignora la publicación de Dalrymple anterior al viaje y no establece los documentados vínculos entre sus dos biografías, dibujando el mapa de un tabú que rodea la pureza del héroe nacional.
Toda lógica señala la labor y el entusiasmo de Dalrymple como motivo por el que el Almirantazgo volcó sus energías y su presupuesto en el viaje secreto en busca de Australia. Y hay que recordar que él «nunca llevó bien que Cook le suplantara, no se conformó con ser el Cirano feo de un héroe de la posteridad», comenta Lancho.
Para terminar, el investigador califica de «sorprendente necesidad, aun hoy día, de la apropiación nacionalista británica». Las islas Hawái aparecen en los mapas de Ortelius (1570) y Joan Martines (1587) como Los Bolcanes y La Farfana. Juan Gaytán las había nombrado en 1555 como Mesa, Desgraciada, Olloa o los Monges. Eran los Majos en el mapa que Anson sustrajo del galeón de Manila en 1742. Los ingleses encontraron instrumentos de hierro a su llegada y, según el relato del marinero inglés John Nichol, después de Cook, los indígenas usaban palabras de raíz latina: “terra” para tierra, “nuna” para luna, “sola” para sol, “oma” para hombre, “leo” para perro... Sorprende el esfuerzo aplicado durante dos siglos para modificar el pasado."
MUCHAS GRACIAS, AMIGO.
" Cultura
Un naufragio pone en evidencia la historia oficial de los viajes de Cook.
jesús garcía calerocaleroje/ madrid
ABC. Día 30/09/2013 - 10.27h
La cartografía española capturada en Manila, y recopilada por Alexander Dalrymple, aporta nuevos elementos para reivindicar el pasado español de Hawái.
Biblioteca nacional.
El pasado español de las Hawái, mal conocido y sistemáticamente obviado por la historiografía anglosajona, cobra actualidad de la mano de un investigador que ultima un relato documentado que cambiará elementos importantes de lo que conocemos sobre la preparación de los viajes de James Cook, entre otras cosas de cómo consiguió la información que le llevó al «descubrimiento» de Hawái después de 250 años de navegación española por esas aguas, cuyo legado aún no se conoce bien.
La investigación del abogado José María Lancho arranca en un juzgado de Hawái. Una vez más, los restos de un naufragio significan demasiado, mucho más de lo que querrían los cazatesoros. La compañía Kohala Coast Enterprises (KCE), afirma haber hallado el 23 de noviembre de 2011 lo que sin duda es un pecio de origen español y ha pedido al juez que mantenga en secreto el lugar y le otorge exclusivos derechos de explotación. Pero en una carta a Gary Crothers, consejero delegado de KCE, la agencia estadounidense para el océano (NOAA) le advierte de que EE. UU. debe cooperar con los Gobiernos sobre la excavación de sus naufragios: «Entendemos por su último email que está especialmente preocupado por la posibilidad de consultar o cooperar con el Gobierno de España». Parece increíble.
El abogado se puso a investigar y halló un asunto cultural de mayor profundidad, como son las zonas de sombra que rodean los «descubrimientos» de Cook. El marino es, merecidamente, un mito naval, pero el aura intocable no se compadece con los documentos que José María Lancho ha podido encajar como un puzzle. Y la arqueología puede estar a punto de poner en evidencia lo que la historiografía nunca quiso alumbrar y que se resume así: 1) que la cartografía española guardada en Manila y tomada por los Ingleses en 1762 hizo posible que el «Endeavour» navegase directamente hacia sus grandes objetivos en un mar desconocido, confirmando la tesis del historiador Agustín Rodríguez González; y 2) que hubo una persona fundamental, que fue Alexander Dalrymple, quien proporcionó a Cook los mapas y preparó el viaje, desde mucho antes de que el Almirantazgo lo eligiera.
«De la misma forma que Drake solo pudo dar la vuelta al mundo utilizando pilotos españoles secuestrados, como afirma Rodríguez González, sin la toma de Manila habrían sido imposibles los viajes de Cook», opina Lancho, que ha podido analizar escritos apenas tenidos en cuenta por la historiografía inglesa. En 1767, un año antes del viaje, Dalrymple se compara a Colón y Magallanes, sus modelos, admite que la exploración del Pacífico es su pasión y su dedicación desde 1759 y también que «adquirió, entre los españoles, algunos papeles muy valiosos, e indicios de autores españoles en la materia, cuyas obras también se procuró», según confiesa hablando de sí mismo en tercera persona. Dalrymple había estado en Manila, llegando a ser gobernador, y llevaba mucho tiempo recopilando información desconocida para los británicos y tenía más experiencia que nadie, por lo que se postula para capitanear el viaje. Pero el Almirantazgo precisaba para la empresa un héroe limpio, sin sospechas de espionaje, ni de deudas intelectuales con una potencia enemiga. Ese iba a ser Cook, que aún no era ni teniente.
Para Lancho, Dalrymple es la clave, «sin él no habría Cook, es el héroe olvidado, el auténtico factor que hizo posible el imperio británico del s. XIX. Desplazó el conocimiento de dos siglos y medio de experiencia geográfica, marítima y antropológica de Manila a una potencia emergente». Su desencanto fue evidente al ver a Cook al frente de la expedición, puesto que reconoce que era un empleo «deseado», pero deja constancia un año antes del viaje, en 1767, de su valiosa recopilación, sin la cual la empresa corría el riesgo de repetir el papel de Wallis y Anson. La publicación de las instrucciones secretas del Almirantazgo a Cook y la evidencia documentada de que los mapas españoles habían gestado el viaje e iban en la biblioteca del «Endeavour» hacen irrelevante la misión científica «tapadera» que fue la observación de un tránsito de Venus. El objetivo era situar el continente austral y el interés, por tanto, político.
Un español, Fernandez de Quirós, había reivindicado su hallazgo y tanto Henry Hudson como el propio Dalrymple dieron crédito a su relato. La historia oficial reconoce -según Lancho- a Cook todo el mérito, ignora la publicación de Dalrymple anterior al viaje y no establece los documentados vínculos entre sus dos biografías, dibujando el mapa de un tabú que rodea la pureza del héroe nacional.
Toda lógica señala la labor y el entusiasmo de Dalrymple como motivo por el que el Almirantazgo volcó sus energías y su presupuesto en el viaje secreto en busca de Australia. Y hay que recordar que él «nunca llevó bien que Cook le suplantara, no se conformó con ser el Cirano feo de un héroe de la posteridad», comenta Lancho.
Para terminar, el investigador califica de «sorprendente necesidad, aun hoy día, de la apropiación nacionalista británica». Las islas Hawái aparecen en los mapas de Ortelius (1570) y Joan Martines (1587) como Los Bolcanes y La Farfana. Juan Gaytán las había nombrado en 1555 como Mesa, Desgraciada, Olloa o los Monges. Eran los Majos en el mapa que Anson sustrajo del galeón de Manila en 1742. Los ingleses encontraron instrumentos de hierro a su llegada y, según el relato del marinero inglés John Nichol, después de Cook, los indígenas usaban palabras de raíz latina: “terra” para tierra, “nuna” para luna, “sola” para sol, “oma” para hombre, “leo” para perro... Sorprende el esfuerzo aplicado durante dos siglos para modificar el pasado."
MUCHAS GRACIAS, AMIGO.