ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: ......

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Cuando la ligera brisa de la mañana cesó un rato y el aroma no se lo llevaba el viento, el sapo lo olió, pero tardó un rato todavía en averiguar de dónde procedía aquel olor.
Hacía ya mucho tiempo que nadie se había acercado a aquel sitio del jardín. El otoño anterior, el mismo día que el sapo decidió buscar un lugar tranquilo para dormir su sueño invernal, apareció un chiquillo que durante el verano, en los días de sol, había jugado en el jardín, debajo de la ventana de la casa...

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Una muchacha mayor que él, que era su hermana, estaba sentada junto a la ventana leyendo un libro, o haciendo labor y miraba de cuando en cuando a su hermanito. Él tendría siete años y sus ojos eran muy grandes, y grande la cabeza, y estaba muy delgado. Le gustaba aquel rincón del jardín, que tenía por su reino, puesto que nadie más entraba allí y se sentaba a tomar el sol, en un banco de madera y con un libro.
-Vasia, ¿quieres el balón? -le preguntó la hermana desde la ventana-. ¿Por qué no juegas con el balón?
-No, Masha, prefiero leer... Y leía mucho rato...