ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: ......

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SALUD Noticias y opinión en la red Domingo 15 de Diciembre -

NOS EVITA ENFERMEDADES
Tener asco es bueno
La ciencia ha descubierto que los buenos modales son un escudo para protegernos.

MARIAN BENITO / QUO 2013-12-15
La obscenidad de hacer pelotillas con las secreciones nasales y regocijarse en ellas con la punta de los dedos suele reservarse, salvo casos especialmente groseros, a la intimidad. Con un deleite similar, más de uno escupiría cada vez que le viniese en gana, haría sus necesidades fisiológicas allí donde le pidiese el cuerpo o dispararía algún tufo en plena oficina. Pero estas acciones están vetadas por el más elemental manual de buenas maneras.

¿Demasiado remilgo o, como algún político ha insinuado, nos hemos acostumbrado a vivir por encima de nuestras necesidades higiénicas? Podría ser, pero ser remilgado es una cualidad evolutivamente necesaria y nos ha salvado de epidemias y catástrofes. Con tal excusa despega una nueva disciplina científica, disgustology (en inglés), algo así como la ciencia del asco y los buenos modales, que recuerda que si estornudásemos a cara descubierta, más de 8.000 microgotas atestadas de bacterias saldrían desbocadas alcanzando velocidades de 16 kilómetros por hora, y una onda expansiva de 60 centímetros a la redonda quedaría atiborrada de gérmenes e impurezas muy comprometedoras para nuestra salud....

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Ya en los manuales de urbanidad del siglo XV abundaban los consejos sobre cómo sonarse la nariz. Y en el siglo XVI, cuando la peste empezaba su asedio, el papa Gregorio quiso salvar la cuestión del estornudo con una discreta, pero inútil, exhortación a sus fieles para que acompañasen el gesto con la archiconocida bendición ¡Jesús!, como si con ella espantasen a los bichos. Hasta don Quijote, que no era muy prolijo en su higiene corporal, le recomienda a Sancho no "erutar delante de nadie", cosa que el escudero hacía a capricho.

Eran otros tiempos, y si al asco se le asignó un papel protector y decisivo en nuestra evolución, las normas del saber estar han sido y son una herramienta clave para la salud humana. "Incluso ahora, que vivimos en un entorno bastante aséptico, siguen formando parte de nuestros hábitos a la hora de comportarnos en sociedad, vivir nuestra sexualidad, alimentarnos, optar por un candidato político y seleccionar a la persona de la que nos enamoramos", explica la epidemióloga Valerie Curtis, directora de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y una de las precursoras de la disgustología, cuya esencia ha plasmado en su obra Don’t look, don’t touch: the science behind revulsion (No mires, no toques, la ciencia detrás de la repugnancia)...

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Saliva: un arma de destrucción masiva.

Para empezar, y después de estudiar los hábitos de higiene en diferentes lugares del mundo durante más de tres décadas, Curtis logró identificar siete detonantes del asco: gente de tamaño anómalo; mala salud con síntomas evidentes, como pus; escupitajos y otros actos poco higiénicos; señales de infección sexual, como mal olor; comida podrida; animales enfermos o transmisores de enfermedades, como ratas, cucarachas y moscas; y por último, la contaminación. Y si algo le quedó claro a Curtis, fue que a todos –en la India, Bolivia, Tasmania, España, Uganda…– nos repugnan las mismas cosas...
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
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Esa sensación de asco explica que casi cada uno de los preceptos que conforman el protocolo cotidiano tenga en su origen un criterio científico. Sería una suerte de pepito grillo o mosca cojonera que nos incita a la lucha o a la huida ante un arma de destrucción masiva como puede ser la saliva. En cada milímetro de nuestras babas conviven unos cien millones de bacterias. Ante este dato, Curtis recuerda el poder de las buenas maneras como habilidad ancestral para evitar el traspaso de enfermedades. Por eso nos lavamos las manos a menudo con jabón, un acto muy simple que puede salvar más de un millón de vidas al año en el mundo... ... (ver texto completo)