Besos que fueron y no fueron es uno de esos libros que entran por los ojos y es que su portada es preciosa. Te invita a ojearlo y cuando lo abres descubres más ilustraciones de la misma calidad que la que nos muestra la portada. Reconozco que me enamoré superficialmente de este libro, pero una vez leído puedo decir que lo que nos cuenta también está a la altura de sus dibujos.