ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Lo que siempre me llamó la atención del juego de la...

Lo que siempre me llamó la atención del juego de la oca como símbolo fue precisamente la oca: puestos a elegir animales simbólicos, no parece que el más presentable sea una especie de pato grande, que ni siquiera tiene la gracia del cisne. Pero parece ser que la oca era un animal mitológico en muchas culturas antiguas, sobre todo por su migración hacia cielos lejanos dibujando formaciones de flechas, lo que las convertía en vehículos apropiados para el viaje de las almas. Para los detalles de la mitología de la oca, me remito a bibliografías especializadas, pues habría mucho que contar. La teoría del origen medieval la relaciona con mitologías pre-cristianas que asomaban la cabeza a lo largo de la Edad Media y dejaron su rastro en leyendas sobre personajes fantásticos con pata de oca; con los templarios y los constructores de iglesias y catedrales; y especialmente con el camino de Santiago donde aparecen infinidad de topónimos relacionados con la oca. El por qué la oca presidió este juego renacentista es imposible de adivinar, si no es que fue la cristalización de toda esa mitología anterior, que concretamente se extiende por España y Francia. Sin embargo, una tradición recoge su origen italiano: “Este juego se inventó en Florencia y, como gustó mucho a Francisco de Médicis, viejo duque de Toscana, lo mandó a su majestad el rey Felipe II a España” (de Il gioco degli scacchi, de Pietro Carrera, 1617). Las cortes españolas lo difundieron por Europa y se convirtió en pasatiempo de los nobles.