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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: ......

Fomá Gordeiev, que escribió Gorki en XIV Capítulos, termina como aquí os dejo escrito:

"Han transcurrido tres años.
Hace uno que murió Yakov Tarasovich Maiakin. Murió con la conciencia muy clara, y fue fiel a sí mismo hasta el último instante; pocas horas antes de morir habló con su hijo, con su hija y su hijo político.
-Hijos míos, disfrutad de la vida y de la fortuna que os queda. He gozado la existencia y ha llegado el momento de que os abandone. Muero sin un solo lamento. Y esto me lo tendrá a bien el buen Dios. Dios mío, te agradezco haber vivido consciente de mis actos. Os deseo mucha suerte, hijos míos; vivid en paz y no os atormentéis inútilmente. Y recordad siempre que no es libre de pecado aquel que os rehúye... La cobardía no impide el pecado. Los que quieren disfrutar de la vida no temen el pecado... Si realmente se cae en él, el Señor sabrá perdonarlo...

...
Dios le ha dado al hombre la facultad para forjar su vida, pero no le ha dado demasiado entendimiento...; acaso por esta razón no será muy exigente con los mortales. Dios es santidad y bondad...

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Murió después de una breve y dolorosa lucha con la muerte.
Por una razón aparentemente desconocida Yeshov fue expulsado de la ciudad poco después del incidente ocurrido en el vapor.
Habían inaugurado una nueva gran casa comercial en la ciudad: "Tarás Maiakin y Afrikan Smolin"...
De Fomá no se supo nada durante aquellos tres años. Se decía que después de salir del sanatorio, Maiakin lo había mandado a casa de unos parientes de su madre que vivían en los Urales...
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
...
Poco después Fomá apareció de nuevo en la ciudad, abiertamente degenerado, y, al creer de muchos, no estaba bien de la cabeza. Casi siempre se le veía borracho, grave la expresión y la cabeza hundida sobre el pecho; otras veces sonreía con aquella mueca típica de los débiles mentales. Vivía en un cobertizo de la casa de Liuba.
Todos los que le conocían le hacían chacotas. Cuando le veían en la calle algunos solían gritarle:
- ¡Eh, tú, profeta, acércate un poco!
Fomá no les escuchaba. Rehuía ... (ver texto completo)