"UNA NOVELA MUY CORTA" la escribió V. M. Garshin y comienza así:
"Frío, hielo... Ha llegado enero y tortura a los pobres individuos que no pueden poner a salvo sus narices en un lugar seguro y caliente; a los porteros, a los policías... También a mí me tortura su helado soplo. Desde luego, tengo un cuarto caliente, pero la fantasía me persigue y me obliga a abandonarlo...
En realidad, ¿por qué motivo ha de vagar por el muelle desierto? Los faroles de cuatro brazos arden con brillantez, a pesar de que el viento agita la llama del gas y la hace danzar. La luz oscilante tiñe la oscura masa del magnífico palacio, y de un modo especial sus ventanas, en una negrura aún más profunda. En los grandes cristales se refleja la tormenta de nieve y la gran oscuridad. El viento gime y ruge sobre el helado desierto de Neva...
"Frío, hielo... Ha llegado enero y tortura a los pobres individuos que no pueden poner a salvo sus narices en un lugar seguro y caliente; a los porteros, a los policías... También a mí me tortura su helado soplo. Desde luego, tengo un cuarto caliente, pero la fantasía me persigue y me obliga a abandonarlo...
En realidad, ¿por qué motivo ha de vagar por el muelle desierto? Los faroles de cuatro brazos arden con brillantez, a pesar de que el viento agita la llama del gas y la hace danzar. La luz oscilante tiñe la oscura masa del magnífico palacio, y de un modo especial sus ventanas, en una negrura aún más profunda. En los grandes cristales se refleja la tormenta de nieve y la gran oscuridad. El viento gime y ruge sobre el helado desierto de Neva...
...
¡Ding-dang! ¡ding-dang!... De pronto, entre los gemidos del viento, resuena el tañido de las campanas de la capilla de la fortaleza y mi pierna de palo acompaña las melancólicas campanadas con golpes sordos y acompasados sobre los adoquines cubiertos de hielo, y mi corazón enfermo participa en ello latiendo excitado contra mi pecho oprimido.
He de presentarme al lector. Soy un hombre joven, con una pierna de palo. Es posible que creáis que pretendo imitar a Dickens Silas Weeg, aquel escritor de la pata de palo (1). No, no lo imito, soy en efecto un joven mutilado, aunque desde hace muy poco tiempo...
(1) Un personaje de la novela Our common friend.
¡Ding-dang! ¡Ding-dang!
¡Ding-dang! ¡Ding-dang!... Las campanas interpretan el "Dios, apiádate de nosotros". Después dan la una... ¡Solamente es la una! ¡Faltan aún siete horas para que se haga de día! Hasta entonces no terminará esta noche tan oscura, tan llena de nieve, para dar paso a un día gris y monótono. ¿He de volver a casa?
No lo sé. En realidad, todo me da lo mismo. No tengo sueño...
¡Ding-dang! ¡ding-dang!... De pronto, entre los gemidos del viento, resuena el tañido de las campanas de la capilla de la fortaleza y mi pierna de palo acompaña las melancólicas campanadas con golpes sordos y acompasados sobre los adoquines cubiertos de hielo, y mi corazón enfermo participa en ello latiendo excitado contra mi pecho oprimido.
He de presentarme al lector. Soy un hombre joven, con una pierna de palo. Es posible que creáis que pretendo imitar a Dickens Silas Weeg, aquel escritor de la pata de palo (1). No, no lo imito, soy en efecto un joven mutilado, aunque desde hace muy poco tiempo...
(1) Un personaje de la novela Our common friend.
¡Ding-dang! ¡Ding-dang!
¡Ding-dang! ¡Ding-dang!... Las campanas interpretan el "Dios, apiádate de nosotros". Después dan la una... ¡Solamente es la una! ¡Faltan aún siete horas para que se haga de día! Hasta entonces no terminará esta noche tan oscura, tan llena de nieve, para dar paso a un día gris y monótono. ¿He de volver a casa?
No lo sé. En realidad, todo me da lo mismo. No tengo sueño...
Esta mañana, cuando ya hemos llegado a la hora del Ángelus continúo un poco más con "Una novela muy corta".
"Durante la primavera me gustaba pasearme horas enteras vagando por el muelle. ¡Qué noches aquéllas! ¡No hay nada que pudiera comparárselas! no son las perfumadas noches del sur con sus maravillosos cielos oscuros y sus enormes estrellas persiguiéndonos a todas partes con su mirada. Aquí todo es brillante y claro. El cielo es frío y hermoso. El aire es fresco y fuerte, el Neva sigue su curso, orgulloso y radiante, y bate con sus diminutas olas contra las piedras del muelle. Y allí, en el muelle, estaba yo..., y en mi brazo se apoyaba una muchacha... y la muchacha...
"Durante la primavera me gustaba pasearme horas enteras vagando por el muelle. ¡Qué noches aquéllas! ¡No hay nada que pudiera comparárselas! no son las perfumadas noches del sur con sus maravillosos cielos oscuros y sus enormes estrellas persiguiéndonos a todas partes con su mirada. Aquí todo es brillante y claro. El cielo es frío y hermoso. El aire es fresco y fuerte, el Neva sigue su curso, orgulloso y radiante, y bate con sus diminutas olas contra las piedras del muelle. Y allí, en el muelle, estaba yo..., y en mi brazo se apoyaba una muchacha... y la muchacha...